Vivió 23 años en Mozambique a donde llegó como misionera comboniana; , aprendió algunas de sus lenguas nativas y se enamoró de la alegría de su gente , hoy vive en Roma, pero añora volver a esa tierra africana.
Peruanos en el exterior. "No te eduqué para que seas monja" fue la respuesta que recibió Socorro Palomino Zavala cuando le comunicó a su padre su decisión de vestir hábitos. Lo más sorprendente para ella, no era la velada intolerancia, sino que viniera de una persona tan religiosa como él. "Más bien fue mi madre quien me apoyó en mi elección".
Al padre de Socorro le parecía absurdo que una mujer en la plenitud de su vida, con dos carreras profesionales (relaciones industriales y administración) culminadas, quisiera ser parte de una orden religiosa camboniana.
"Había tenido parejas sentimentales, pero cuando conocí a Cristo, me enmoré de él para siempre" nos comenta Socorro, quien vino a nuestros estudios acompañado de su hermana (de sangre) Verónica que pícaramente dice que "Jesús es su cuñis" y recuerda cuando "las religiosas vinieron a pedir la mano de su hermana".
El amor por Cristo y su legado misionero la hizo preparar maletas y salir de nuestras fronteras hasta la lejana África, a un país del cual apenas conocía su ubicación en el mapa. Socorro llegó a un Mozambique que se recuperaba de una guerra civil, con tradiciones y costumbres inexplicables para el mundo occidental como la desvalorización de la mujer y los ritos de iniciación sexual..
Socorro Palomino no usa hábitos, pero sí debe hacerlo cuando visita países musulmanes. Tiene 25 años de vida consagrada, 23 de los cuales se los ha dedicado a Mozambique, un país que tiene como lengua oficial al portugués como herencia colonial. Aprendió el macuba, uno de los dialectos. "Bacani, bacani que significa muy despacio" " Titi ju es padre nuestro".
Actualmente vive en Roma, pero tiene la esperanza de volver a Mozambique, a volver a jugar con sus niños, a enseñarles a leer, escribir y los caminos con Cristo, a soportar los 40 o 50 grados de temperatura. A comer con la mano (forma típica) la gallina, polenta, yuca cruda, hormiga. "También comen pericotes de campo, mono, hormigas gigantes, aunque yo no lo haya hecho".
Socorro se siente feliz, porque para ella la vocación que la llevó a Cristo es la vocación. "No hay otra vocación" finaliza.
(Soledad Nalvarte)
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