“El Chavo del 8”, aparte de sus queridos y famosos personajes, contaba con esta pieza que, hasta la actualidad, es recordada por sus fans.
La serie icónica "El Chavo del 8" en los últimos tiempos no solo trajo inolvidables escenas y entrañables personajes, que provocaron millones de risas, también generó mitos y leyendas alrededor de los actores, set de grabación y hasta de la propia escenografía que se empleaban durante las décadas que se realizó el show.
La verdadera historia de “El Chavo del 8”
Según El diario del Chavo del 8, escrito por el recordado Roberto Gómez Bolaños, el Chavo nunca conoció a su papá y únicamente pudo mantener algunos pocos recuerdos de su madre, debido a que se la pasaba todo el día trabajando, ya que eran de escasos recursos. Por esta razón, no podía cuidar a su hijo y decidió por ello dejarlo en una guardería cada día.
En un determinado momento, su madre no llegó a recogerlo y el pequeño Chavo, cuyo verdadero nombre fue Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi, comenzó a caminar sin rumbo.
Tiempo después, llegó a un orfanato donde conoció a la señora Martina, una mujer mala con los niños que colmó la paciencia del nuevo integrante y un día entre lágrimas enfrentó a su cuidadora: le dijo que se iría del lugar por las injusticias que viví. De forma inmediata, la mujer se acercó a la puerta y la abrió.
El Chavo camino por las calles sin rumbo fijo y un día, en su andar, el cielo se tornó gris y dio paso a una lluvia que lo asustó, por eso se metió en la primera puerta que encontró, siendo este refugio la conocida vecindad. Probablemente, este sería el momento captado en la serie, cuando la Chilindrina y Don Ramón le cuentan sobre el día que él llegó a sus vidas, con algunas diferencias.
El Chavo nunca vivió en el barril, pues su hogar fue el departamento número 8, siendo acogido por una señora de la tercera edad que siempre le decía que lo recordaba a uno de sus nietos. Pasó el tiempo y la anciana falleció; el pequeño Chavo abandonó la vivienda, ya que un nuevo inquilino llegó.
Una vez más sin familia ni hogar, el Chavo fue apoyado por sus amigos que siempre lo invitaron a quedarse en sus casas para dormir, por lo que nunca tuvo que dormir en la calle o en el patio de la vecindad. De esta forma, se desmintió que viviera en el barril, puesto que ahí solo se metía cuando no quería ver a nadie o únicamente quería sentir tranquilidad.
¿Y qué pasó con el barril de “El Chavo del 8”?
El barril quedó abandonado en algún set de Televisa. Poco después se supo de su paradero durante algunos años, hasta 2012, cuando empezó a viralizarse la noticia de que había una subasta con algunos de los artículos del show.
En esos tiempos se decía que el barril está hecho de roble francés, con una capacidad para 225 litros y fue adquirida para la producción de vinos, la cual sería vendido bajo el nombre Marqués de Chespirito en Latinoamérica; sin embargo, no existe registro alguno acerca del producto y su comercialización.
Según el contenido de los reportes, una bodega de vinos, ubicada en La Rioja, España, compró el barril por alrededor 3 000 pesos, un monto que fue sumamente cuestionado por la calidad de los materiales y su capacidad.
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“El fantasma de la ópera” (1910) es la más célebre de sus novelas, una historia de amor sutil y refinada que bordea el terror, sin caer en la truculencia o irrealidad. Todo un clásico que ha visto multitud de versiones en cine, teatro y musicales.
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