La manipulación sin algún tipo de control sanitario de estos productos puede producir focos infecciosos en el tubo digestivo del consumidor.
El calor veraniego obliga a las personas a hidratarse. A falta de alguna tienda cercana el transeúnte, sea dentro o fuera del bus, acude a los ambulantes que venden refrescos como la chicha morada o de maracuyá en envases de plásticos. Algunas personas compran también las raspadillas como alternativa. Sin embargo, en vez de estar tomando alguna bebida que hidrate el cuerpo puede estar cultivando un foco infeccioso en su tubo digestivo.
Para poder entender la amenaza de este tipo de bebidas y las raspadillas hay que entender cómo se les prepara. En el caso de los refrescos son elaborados en casa y luego almacenados en los envases que no tienen registro sanitario algunos. Además, no se sabe la calidad del agua que se usa. Podría no ser hervida.
De igual forma sucede con las raspadillas, todo el proceso de su elaboración no tiene control de calidad alguno. Si analizamos la forma en que también se les expende no es difícil observar que los vendedores no usan guantes ni mandiles.
Para el médico infectólogo, Julio Cachay, de la Clínica Ricardo Palma solo el hecho de manipular el agua sin protección alguna es un indicio de infección. “Uno contamina estas bebidas solo con el hecho de tocarlas. Así se transmiten bacterias y hongos que pueden hacer un foco infeccioso”, señaló.
La irresponsable manipulación de los insumos junto al alza de la temperatura por el verano también promueve la proliferación de las bacterias como la salmonella, la shiguella y Escherichia coli. “Estos microorganismos puede producir enterocolitis, una infección que afecta a los intestinos delgado y grueso. Pueden desencadenar infecciones diarreicas”, explicó Julio Cachay.
En el programa Encendidos, el gastroenterólogo Paulo Lucía dijo que los efectos negativos en la salud de la persona son similares cuando también consume una raspadilla de un vendedor informal de las calles. A los factores del desaseo de quien prepara y vende los productos y del agua no hervida que puede usarse para el hielo se suma los jarabes contaminantes, dijo Lucía.
“Al consumir una raspadilla contaminada la persona puede ingerir el virus de la hepatitis A o la bacteria que produce la salmonelosis (intoxicación por la salmonella)”, alertó el gastroenterólogo.
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