Los filtros o colillas de los cigarrillos están hechos de acetato de celulosa, un material que tarda mucho en biodegradarse.
Muchos creen que las colillas de los cigarrillos son inofensivas, así que los fumadores las tiran al piso pensando que alguien las recogerá o desaparecerán tras varias pisoteadas.
Sin embargo, esto no es así. Un informe del Grupo de Trabajo Especial Inter-institucional sobre Lucha Antitabáquica de la ONU, publicado en el 2010, calcula que se arrojan 5 billones de colillas al año en todo el planeta.
Según los especialistas, los filtros de los cigarrillos están hechos de acetato de celulosa, un material que tarda mucho en biodegradarse, y las sustancias tóxicas que quedan en su interior acaban en mares y ríos, lo que resulta muy contaminante.
Una colilla de cigarro contamina hasta 50 litros de agua. Además, se considera que más de 50 por ciento de los incendios forestales del mundo son causados por colillas encendidas.
Peor aún, aves y animales marinos y terrestres se comen las colillas y mueren. Por ello representantes del referido grupo antitabáquico, recomiendan tirarlas en un bote de basura (no en el escusado) o guardarlas en una caja de metal para echarlas posteriormente a la basura.