Luego de comprender racionalmente lo que estamos viviendo, viene la parte más difícil: aceptar el dolor y las dificultades.
Todos sufrimos situaciones que nos hacen sentirnos como en una montaña rusa. En esos momentos, nos sentimos frágiles, entre otras cosas, porque nos vemos alterados por nuestras propias emociones. Nos sentimos desbordados por ellas y podemos llegar a creer que nos somos capaces de gestionarlas.
Las situaciones en que podemos sentir esta pérdida de rumbo pueden tener distintos orígenes. Pero, generalmente, se producen cuando no podemos controlar los factores clave.
Para poder ayudarnos en situaciones que alteran nuestra estabilidad emocional, la comprensión mental de lo que está ocurriendo es necesaria para poder ubicarnos. Aunque, como veremos, éste solo es un primer paso.
La comprensión mental nos ayuda a:
1. Distinguir la situación en sí, independientemente de las reacciones y sentimientos que nos provoca.
2. Comprender si la situación es fruto de una determinada circunstancia, de una sucesión de hechos que han llevado a un desenlace no deseado, de ambos, de un enfrentamiento, etc.
3. Identificar con qué parte de nuestra esfera personal nos conecta (a qué nos recuerda, con qué valores propios choca, cómo cuestiona nuestras propias creencias, cómo altera nuestra cotidianidad, etc.)
Estos pasos no son sencillos de realizar cuando nos sentimos afectados emocionalmente y acudir a un psicoterapeuta que nos brinde apoyo emocional, puede ayudarnos a salir de este tipo de situaciones con más rapidez. Hacer este proceso acompañado también puede aportarnos puntos de vista alternativos en los que no caemos cuando estamos ofuscados por una situación que nos desestabiliza.
Aceptación emocional
Una vez que hemos comprendido racionalmente lo que nos está pasando viene, sin embargo, la parte más difícil: aceptar el dolor y las dificultades que estamos viviendo. Aceptando el dolor estamos también dándole una salida. Una salida necesaria para que el dolor no quede atascado dentro de nosotros y nos permita dar los pasos necesarios para recobrar un nuevo equilibrio.
Las montañas rusas no son más que el reflejo del dolor que nos genera tener que dejar atrás situaciones o personas con que nos sentíamos cómodamente instalados. Y, tal vez, también el preludio de nuevos aprendizajes.
Sin duda estas situaciones nos empujan a buscar alternativas y a desarrollar nuestra creatividad, aunque exigen de nosotros un gran esfuerzo. El esfuerzo de valorar las cosas de otro modo, de reorganizar nuestras prioridades, de poner en marcha capacidades que ni creíamos tener. Es lo que actualmente se llama salir de la zona de confort y es lo que nos conduce a nuevos aprendizajes porque vamos activando alternativas y nos relacionamos de otro modo con el entorno, con los demás y con nosotros mismos. En definitiva, vislumbramos posibilidades que no pensábamos que pudieran existir y así vamos tejiendo nuestra resiliencia.
Así que, cuando pases por una situación en la que te sientas como en una montaña rusa, apóyate en tu racionalidad para darte más claridad y dirección, acepta también el dolor por el que estás atravesando y valora, aprende, saca partido y déjate sorprender por las nuevas opciones que te acarrea esta situación.
Comparte esta noticia