La pandemia de la COVID-19 ha afectado todas las áreas de nuestra vida, incluso la escena privada de los festejos y demostraciones de afecto, situación que nos exige reinventar rituales y manifestaciones conmemorativas.
La pandemia de la COVID-19 ha afectado todas las áreas de nuestra vida, incluso la escena privada de los festejos y demostraciones de afecto, situación que nos exige reinventar rituales y manifestaciones conmemorativas. Debemos tener en cuenta que el presente más importante para nosotros y nuestras familias es el cuidado, el respeto y la aceptación de que, aunque las circunstancias nos impongan otros modos de interacción, la distancia es relativa, porque lo que prima es el afecto y la esperanza del porvenir.
Es importante rescatar la fuerza de los vínculos, el lazo que tengamos con nuestros seres queridos o amigos no tiene por qué verse afectado por circunstancias transitorias, mucho menos si se han basado en la confianza y el cariño. Incluso, con aquellos que ya no están en el plano físico, pero nos acompañan en nuestro corazón; podemos continuar o reinventar los rituales compartidos como un modo de continuidad y trascendencia.
Entonces, teniendo en cuenta este principio, van algunas alternativas saludables para nuestros nuevos modos de celebrar:
- Resignificar lo importante, que no es precisamente a dónde vayamos ni con cuántas personas nos juntemos, sino el poder estar, ante todo, con vida y salud.
- Priorizar las medidas que nos den seguridad y sostengan nuestro bienestar emocional y salud mental. Si no estamos cómodos yendo a un lugar, lo mejor es simplemente no ir y respetarse, esto evitará luego sentimientos de culpa, miedo y ansiedad.
- Recordar que el único protocolo adecuado es aquel con el que te sientas cómodo siempre y cuando respetes las normas establecidas.
- Explorar las ventajas y el potencial de las telecomunicaciones, las videollamadas pueden ser un excelente recurso cuando lo que importa es la salud y las distancias apremian.
Por último, no aferrarnos a idealizar lo viejo conocido y abrirnos a lo nuevo por conocer, libres de prejuicios que nos limiten. Apostemos a otras formas de explorar los afectos, tal vez sea la hora de probar la fuerza de las palabras, esos sonidos que pueden tocar el alma y quebrar cualquier distancia y, por qué no, llevar con uno para siempre.
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