Los monocitos, los glóbulos blancos más grandes y que protegen al sistema inmune, reducen su eficacia contra los virus cuando el ser vivo se siente en soledad.
Investigadores estadounidenses demostraron que las personas en soledad sufren cambios en los genes del sistema inmunitario que lo debilitan ante posibles infecciones. Concretamente, las personas mayores que viven solas muestran un 14% de aumento de riesgo de muerte prematura, según el psicólogo John Cacioppo de la Universidad de Chicago.
Cacioppo y dos colegas de dos universidades californianas indagaron en los cambios genéticos que podría provocar la soledad. Específicamente, se centraron en la expresión de los genes involucrados en la formación de los manocitos, los glóbulos blancos más grandes presentes en la sangre y que se dispersan por todo el torrente para proteger al sistema inmune.
Anteriormente, estos científicos ya habían descubierto una conexión entre la soledad y un fenómeno llamado 'respuesta trasncripcional conservada ante la adversidad' (CTRA) y que fue considerada una reacción genética a la soledad, la cual produjo una mayor expresión de los genes que intervienen en la inflamación, una señal de alerta ante una infección. En paralelo, se dio una menor expresión de los genes dedicados a la respuesta contra virus.
Los investigadores estudiaron esta respuesta en humanos y en un grupo de macacos Rhesus, uno de los primates más sociales que hay y para los que el aislamiento forzado es un terrible castigo. Del grupo de humanos, la cuarta parte, o sea 141 ciudadanos de Chicago se reconocieron socialmente aislados. Para los macacos, estudiaron la posición y relaciones sociales de varias decenas de ellos para determinar cuáles se sentían solos.
Una vez identificados, los científicos analizaron la expresión de varios genes relacionados con los monocitos en varios momentos de los cinco años que duró el estudio. Así, vieron que quienes dijeron sentirse solos sufrían el fenómeno CTRA. Es decir, mostraban una programación genética caracterizada por un aumento de la respuesta inflamatoria a la par que un descenso de la expresión de los genes relacionados con la reacción ante los virus.
"Hemos visto que vivir en soledad predice una expresión de los genes tipo CTRA medida un año más tarde", explica Cacioppo. Aún más sorprendente, la soledad y la expresión de los genes vinculados a los leucocitos parecen tener una relación recíproca, influyéndose la una a los otros. Es como si tener glóbulos blancos debilitados pudiera predecir que uno va a sentirse solo meses después.
Los investigadores creen que con los estudios con macacos pueden explicar cómo se produce la conexión entre la soledad y la salud. En la orina del grupo de monos en soledad encontraron elevados niveles de un neurotransmisor conocido como norepinefrina, la cual interviene en el mantenimiento del estado de alerta ante amenazas. Su rol en el sistema inmune consiste en estimular a las células madre de la médula ósea para que generen y pongan en circulación más y más monocitos que acaban en el torrente sanguíneo antes de tiempo.
Comprobado el mecanismo celular que conecta soledad con sistema inmunitario, los investigadores infectaron a 17 macacos con el virus de inmunodeficiencia en simios, similar al VIH de los humanos. Aunque la muestra no era muy grande, comprobaron que los monos que se sentían solos tenían una peor respuesta contra el virus.
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