Por Carla Olivieri, rectora y gerente general de UCAL. En entrevistas siempre me preguntan: “¿Cómo manejas tu rol de madre y de rectora de una universidad?”. Automáticamente, se me viene a la mente la imagen de un sándwich porque, efectivamente, muchas mamás que trabajamos nos sentimos así tratando de malabarear miles de cosas de dos roles tan exigentes y estimulantes a la vez.
Por Carla Olivieri, rectora y gerente general de UCAL.
En entrevistas siempre me preguntan: “¿Cómo manejas tu rol de madre y de rectora de una universidad?”. Automáticamente, se me viene a la mente la imagen de un sándwich porque, efectivamente, muchas mamás que trabajamos nos sentimos así tratando de malabarear miles de cosas de dos roles tan exigentes y estimulantes a la vez.
Por otro lado, cuando vamos a alguna entrevista para un puesto de trabajo, el saber que vivimos en el “mundo sándwich” nos hace sentir en desventaja. Efectivamente, en los Estados Unidos, el 41% de ejecutivos percibe que la mamá que trabaja es menos dedicada a su trabajo. Mi investigación en el Perú arroja una cifra tristemente mayor: 63%.
Nuestro hogar viene a ser nuestra primera empresa, la organización constituida por los hijos y la pareja, donde, desde nuestro rol de madres, realizan la administración de presupuestos, distribuyen tareas y responsabilidades entre los integrantes. Nosotros lideramos el cumplimento y brindamos soporte cuando es necesario hacerlo para sacar adelante a esa pequeña empresa.
Yo soy gerente general de mi organización y, como tal, espero lograr los objetivos, resistiendo las exigencias de los usuarios, colaboradores y el directorio. Además, debo tener actitud positiva y mucha energía para entusiasmar al equipo a alcanzar los resultados esperados.
El ser madres y trabajar a la vez nos permite desarrollar nuestra capacidad de gestión, organización, trabajo en equipo y a buscar soluciones de manera más rápida dentro de nuestra organización.
Todo esto nos brinda algunas ventajas a resaltar, como las siguientes:
1. Liderazgo y gerencia de proyectos:
En casa, nuestro día a día es solucionar problemas, ser la voz de calma ante la incertidumbre, manejar riesgos y motivar a nuestros hijos y parejas, además de confiar en ellos para arriesgarse también. Por otro lado, facilitamos la realización de un futuro interesante para nuestros hijos. Ese es el día a día de todo líder en la organización.
2. Visión estratégica:
Las mujeres tenemos un ojo en el presente, pero también en el futuro. En casa, estamos continuamente elaborando escenarios para estar preparadas ante cualquier eventualidad.
3. Organización y eficiencia excepcionales:
En casa organizamos todo: horarios, rutinas de los hijos, las compras, los pagos, lavandería, diversión. Tenemos una visión panorámica para ser multitaskers y productivas, porque ser eficientes con el tiempo nos permitirá manejar y disfrutar mejor nuestros múltiples roles.
4. Diseño de plataformas de soporte:
Como parte de nuestro sistema de organización, buscamos apoyo de la familia, amigos o contratados para que todo funcione.
5. Reclutamiento y entrenamiento:
No existe un proceso de reclutamiento tan complejo como el de elegir quién cuidará de nuestros bebés y de nuestras casas. Tenemos una habilidad para entrevistar, reclutar, observar y también entrenar y evaluar a las personas que trabajarán en casa.
6. Mentoría:
La mamá es generalmente la persona a la que los hijos acuden cuando algo les pasa. Desarrollamos esa capacidad para escuchar, orientar con amor y enseñarles a los hijos a sentirse capaces de resolver sus problemas.
7. Focalización en las personas:
Inagotable preocupación por el bienestar de todos.
8. Priorización:
En casa, tenemos mucha presión porque todo el mundo tiene necesidades y urgentes. La mamá es la que pone orden con un sistema de valoración proactivo.
9. Amor al aprendizaje:
Para adaptarnos y atender mejor a nuestros hijos a medida que crecen estudiamos, leemos, buscamos información permanentemente.
10. Trabajo remoto:
Curiosamente, hoy es una cualidad muy valorada, y –sin darnos cuenta– nos hemos entrenado para hacerlo. En este caso, no es que llevamos el trabajo a la casa sino al revés, pues hemos aprendido a coordinar, resolver y supervisar remotamente las miles de actividades de la casa.
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