El microbiota intestinal no es un tema común pero su importancia radica en su rol para el crecimiento corporal, el desarrollo y mantenimiento de la inmunidad y la nutrición.
El microbiota intestinal no es un tema común pero su importancia radica en su rol para el crecimiento corporal, el desarrollo y mantenimiento de la inmunidad y la nutrición. Según la Sociedad europea de neuro-gastroenterología y motilidad, la microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que habitan en el intestino, desde el nacimiento componiéndose de más de 100 billones de microorganismos varían según los patrones y hábitos de alimentación (como el consumo de leche materna, introducción de comidas sólidas ricas en proteínas y fibra), formas de preparación, consumo de medicamentos, peso corporal e incluso la práctica de actividad física.
Algunos problemas de salud han sido asociados a un desequilibrio en la composición de nuestro microbiota intestinal, como enfermedades digestivas, crónicas no trasmisibles como la obesidad, diabetes, el cáncer, entre otras. Cuando se identifica esta inestabilidad, denominada disbiosis, las funciones de la microflora se ven afectadas en:
- Las defensas naturales, relacionada a la regulación del sistema inmunológico. Protección contra infecciones y degradación de las toxinas que originan el daño al organismo.
- Proceso de nutrición: Se encarga de la digestión de alimentos que no podemos asimilar como la fibra, presente en las frutas, verduras y cereales integrales. Durante este proceso, produce ácidos grasos que fortalecen nuestro intestino y defensas naturales, incluso tienen un efecto antiinflamatorio. Permite que aprovechemos a través de una mejor absorción, los minerales importantes como el magnesio, calcio y hierro y contribuye a la formación de vitamina K.
Si bien el microbiota intestinal va cambiando y variando en número con la edad, también se adapta y podemos fortalecerla con simples cambios como: adquiriendo hábitos de alimentación y estilos de vida saludables.
Una dieta con mayor presencia de alimentos procesados, con cantidad de azúcar y sal añadida, haría que nuestra microbiota sufra de mala salud y podrían llevarnos a padecer de obesidad, problemas cardíacos y diabetes.
Mientras más variada y saludable sea nuestra dieta, más fuerte es la microbiota. Es ideal mantener una alimentación que con proteínas, carnes de pollo, vacuno y pescado; frutasm vegetales frescos y cereales integrales. El consumo de yogures o lácteos fermentados, favorecen también a este órgano tan importante para nuestra salud, pudiendo consumirse de 1 a 3 veces a la semana.
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