Diversos estudios han documentado que algunas personas con pérdida de visión pueden presentar alucinaciones visuales vívidas, como paisajes, figuras humanas o animales. Este fenómeno, conocido como síndrome de Charles Bonnet, tiene una explicación científica relacionada con el funcionamiento del cerebro y la memoria visual.
Aunque parezca sorprendente, sí es posible que una persona ciega experimente percepciones visuales vívidas como paisajes, animales o rostros. Esta situación ha sido documentada científicamente. Por ejemplo, un estudio realizado en personas mayores que padecen degeneración macular relacionada con la edad -una condición que afecta la mácula, la parte más sensible de la retina- reveló que entre el 12 y el 15 % de estos pacientes experimentaban alucinaciones visuales.
Este fenómeno tiene nombre: se conoce como síndrome de Charles Bonnet. Según el doctor Elmer Huerta, asesor médico de RPP, este síndrome fue descrito por primera vez en el siglo XVIII por un científico suizo llamado Charles Bonnet. Él observó que su abuelo, quien había perdido la vista a causa de cataratas, veía imágenes vívidas como personas, animales y escenas, a pesar de no haber ningún estímulo visual real. Intrigado por este fenómeno, Bonnet lo documentó, dando origen a la primera descripción de esta condición, que hoy se conoce como el síndrome de Charles Bonnet y afecta a personas con pérdida visual que experimentan alucinaciones visuales sin tener trastornos mentales.
La pregunta es: ¿por qué ocurre esto? El doctor Huerta explica que tiene que ver con la manera en que funciona nuestro sistema nervioso. Una comparación muy útil es la del "miembro fantasma", una sensación común en personas que han perdido una extremidad. Muchas de ellas reportan sentir dolor o picazón en la parte del cuerpo que ya no está. Esto se debe a que las terminaciones nerviosas del muñón aún envían señales al cerebro, lo que genera la ilusión de que esa parte del cuerpo sigue presente.
Algo similar sucede con las alucinaciones visuales en personas ciegas. El Dr. Huerta explica que el cerebro actúa como un gran depósito de memorias. A lo largo de nuestra vida, las experiencias visuales se almacenan en forma de patrones neuronales. Según los expertos que estudian el síndrome de Charles Bonnet, cuando una persona pierde la visión, su cerebro sigue esperando estímulos visuales. Al no recibirlos, puede activar recuerdos visuales previamente almacenados y generar imágenes sin que haya un estímulo externo real.
Estas visiones no provienen de los ojos, sino del propio cerebro, que funciona a través de complejas interacciones químicas y eléctricas. Así, lo que la persona percibe -paisajes, personas, objetos- son en realidad alucinaciones visuales generadas internamente, una especie de eco de lo que alguna vez vio.
Esta idea también puede ayudarnos a entender cómo fue posible que Ludwig van Beethoven compusiera algunas de sus mejores obras cuando ya era completamente sordo. Las notas musicales que aprendió desde su niñez estaban grabadas en su mente, y su cerebro seguía “escuchándolas” internamente, permitiéndole componer sin necesidad de oírlas.
En resumen, sí, las personas ciegas pueden tener alucinaciones visuales. No se trata de una ilusión ni de un problema mental, sino de una respuesta del cerebro humano ante la pérdida de uno de sus sentidos más importantes: la vista.