En el Día Mundial de la Salud Mental advertimos que en el Perú el estigma social también dificulta el acceso a un tratamiento oportuno y de calidad.
Se estima que existen 4 millones de peruanos con alguna enfermedad mental, de los cuales solo el 20 % recibe tratamiento adecuado, según alerta un estudio del Instituto Integración realizado en agosto. Estas cifras revelan que todavía hace falta darle prioridad al cuidado de la salud mental.
El psiquiatra Hugo Lozada, exdirector nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa), advierte que todavía hay desconocimiento entorno a esta problemática. “El 70 % de los peruanos no sabe cuidar su salud mental, pese a que los trastornos neuropsiquiátricos son los más discapacitantes no solo en el Perú sino en el mundo”.
En el Perú, los trastornos mentales son una de las principales causas de años perdidos de vida saludable. Es así que más de un millón de peruanos padece de enfermedades neuropsiquiátricas, como la depresión y la dependencia al alcohol, de acuerdo al ministerio de salud.
En el país, 17 % de peruanos dice tener a un familiar o amigo cercano con un problema de salud mental diagnosticado, según la encuesta de Integración. Precisamente son los familiares y amigos los más tolerantes hacia estos pacientes, pero todavía existe un desconocimiento real sobre las enfermedades mentales. Es así, que un 46 % de peruanos rechazaría trabajar con alguien que ha tenido alguna alteración mental. “Lamentablemente estamos asociando problemas de salud mental con locura, y locura la estamos asociando con agresividad”.
El especialista señala que es necesaria una reforma de la atención en salud mental que apunte a una atención ambulatoria, es decir, sin necesidad de internamiento. “Aproximadamente el 80 % de problemas de salud mental se resuelven en el primer nivel de atención, quiere decir que ese mito respecto a que todo paciente psiquiátrico requiere una hospitalización, no es cierto”.
La inversión a este nivel es fundamental e incluso conviene en términos económicos. Una reciente investigación en 36 países calcula que por dólar invertido en tratamiento de depresión y ansiedad, retornan cuatro dólares en mejor salud y en capacidad de trabajo.
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