El estudio también demuestra que es más fácil resistirse a lo prohibido si lo hacemos junto a otras personas en la misma situación.
Un estudio afirma que la atracción por un objeto vetado se reduce si otras personas de nuestro entorno tampoco pueden disfrutar de él, de modo que nos resulta más fácil respetar las prohibiciones si formamos parte de un grupo.
Las investigaciones muestran además que cuando se prohíbe el uso de objetos cotidianos, nuestras mentes les prestan más atención que de costumbre. Estos objetos se vuelven tan valiosos para nuestro cerebro como nuestras posesiones personales.
Posiblemente sea éste el efecto de la droga en nuestro país: sobreexpuesta para su prohibición pero consumida por el tabú que ha ganado escalonadamente durante los años.
A través del análisis de imágenes cerebrales y pruebas de memoria, los científicos vieron que los objetos prohibidos eran reconocidos de la misma forma que los objetos propios.
Este hecho abriría un nuevo capítulo en lo desafiante que puede resultar ser nuestra mente a la hora de fingir una verdad absoluta como una mentira y viceversa.
Pasando de victimarios a victimas gracias a lo caprichosa que puede ser el pensamiento humano para crear imaginariamente un mito, una falsedad, una excusa en un hecho real.
Sin embargo este hallazgo ayuda a comprender la mayor efectividad de las terapias grupales frente a las individuales y abre una puerta para abandonar esos malos hábitos cotidianos de la vida. Hoy comenzamos por lo esencial: fumar, beber, o drogarse.
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