El 60 % de las personas es sensible al contagio, por solo ver u oír a alguien bostezar.
Los bostezos se asocian al sueño, hambre o aburrimiento, pero la explicación de por qué ocurren, todavía no tiene una base científica contundente.
Se sabe que bostezamos antes de nacer, con apenas 20 semanas de gestación, y que induce a hacerlo el solo leer repetidas veces la palabra bostezo.
Asimismo, el 60 % de las personas es sensible a su contagio, de solo verlo u oírlo. Pero esta práctica también incluye a los animales, tales como monos, perros, pájaros y peces.
Según recoge el portal de El País de España, una serie de indagaciones científicas han concluido que hasta los 5 años, los niños son más inmunes al contagio del bostezo.
"Cuanto mayores nos hacemos menos nos contagiamos", refieren algunos investigadores, que también han señalado que más contagioso es el bostezo de un familiar que el de un amigo o un desconocido.
Sobre la explicación del origen del bostezo existen tres argumentaciones. Está la teoría de la oxigenación, respecto a que el bostezo sirve para eliminar el aire nocivo que acumulamos.
La teoría de la activación destaca que la mayoría de los bostezos se dan antes y después del sueño, o cuando estamos adormilados, y el hacerlo mejora nuestro nivel de alerta.
También está la teoría de la temperatura, que es la que más fuerza ha ganado últimamente y, según la cual, el bostezar ayuda a "refrigerar el cerebro".
Pero, ¿por qué se contagia el bostezo? Hay otras dos teorías que tratan de resolver la incógnita a una acción tan cotidiana y aparentemente simple.
Está la que argumenta la "comunicación y sincronización", como una forma de ayudar a la organización en las actividades de un grupo.
“Así, cuando es hora de comer, todo el mundo come (comer es contagioso), cuando es hora de moverse, todo el mundo se mueve (las posturas corporales son contagiosas). De esta forma, la copia del bostezo también pone al grupo en sincronía”, sostiene Matthew Campbell, profesor de psicología en la Universidad de California.
Y también está la teoría de la empatía, que dice que la repetición del bostezo no sería mera imitación sino la capacidad para interpretar cómo se sienten otras personas y ceder inconscientemente a esa tentación.
"Son una forma primitiva de empatía y su contagio evolucionó para mejorar la vigilancia", afirma Andrew Gallup, profesor de psicología en la Universidad del Estado de Nueva York.
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