La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos anunció una nueva política para el acceso a las vacunas actualizadas contra la COVID-19. La medida ha generado diversas reacciones en el ámbito médico.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha anunciado un cambio significativo en su política de acceso a las vacunas actualizadas contra la COVID-19. A partir de ahora, estas vacunas estarán disponibles únicamente para personas consideradas de alto riesgo, es decir, adultos mayores de 65 años o individuos de cualquier edad que sufran condiciones médicas graves que los hagan especialmente vulnerables al virus.
Según la FDA, la decisión responde a la necesidad de evaluar cuidadosamente el equilibrio entre los beneficios y los posibles efectos secundarios en la población general. Por esta razón, para que el resto de la ciudadanía pueda acceder a la vacuna, los laboratorios farmacéuticos deberán demostrar con estudios científicos que los beneficios superan los riesgos en personas que no pertenecen a los grupos de alto riesgo.
Este cambio implica que millones de adultos y niños sanos quedarán excluidos del acceso a las vacunas actualizadas. Incluso personas menores de 50 años que, aunque no tengan problemas de salud, convivan con personas mayores o inmunocomprometidas, no podrán vacunarse bajo las nuevas directrices. La medida ha generado preocupación en los expertos de salud pública por sus posibles consecuencias en la propagación del virus.
Los críticos de esta nueva normativa advierten que el enfoque adoptado por la FDA omite aspectos importantes, como el riesgo de desarrollar COVID prolongada, incluso entre personas jóvenes y aparentemente sanas. Para estos sectores, restringir el acceso a la vacuna actualizada podría dejar desprotegida a una parte significativa de la población ante posibles secuelas a largo plazo.
El doctor Elmer Huerta, asesor médico de RPP, también advierte que esta medida limitaría el acceso a las vacunas contra la COVID-19. Además, subrayó que esta decisión refleja la influencia de la política sanitaria impulsada por el actual secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., conocido por su postura crítica frente a las vacunas y por haber fundado un grupo abiertamente antivacunas.
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