Perú es el séptimo país en América Latina donde suceden más feminicidios. Las mujeres violentadas presentan síntomas de estrés postraumático, depresión y apatía.
Salud
Una persona con enfermedades o problemas mentales es disfuncional. Es decir, trae conflictos al entorno, actúa por sorpresa y rompe demasiado las reglas.
Eyvi Ágreda, víctima de feminicidio que fue quemada en un bus, falleció hoy tras permanecer 38 días en el Servicio de Cuidados Intensivos del hospital Guillermo Almenara. Perú es el séptimo país en América Latina donde ocurren más feminicidios, con múltiples casos de mujeres dañadas física y psicológicamente.
Si bien el incremento de la violencia contra la mujer impacta al país, no se puede caer en el error de afirmar que todos los causantes de agresión tienen necesariamente algún problema de salud mental.
En los últimos 7 años, los asesinatos y las tentativas de feminicidio aumentaron significativamente. El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) registró más de 16 mil casos de violencia contra las mujeres y atendió 32 casos de feminicidio en lo que va del año en todo el país.
Los Centros de Emergencia Mujer (CEM) del MIMP recibieron 121 casos de feminicidio a nivel nacional y las regiones donde existieron más mujeres amenazadas fueron Lima, Arequipa, Junín y Puno.
“Las personas que cometen estos actos violentos rara vez tienen una enfermedad mental. Nos cuesta aceptar que las personas sin una enfermedad mental también tienen maldad. Esto depende del contexto cultural, de los valores aprendidos, de la forma de ser de la persona, de si tiene o no control de sus emociones”, explica el psiquiatra Yuri Cutipé.
“No hay ninguna enfermedad que se caracterice por tendencias incontenibles solo contra mujeres. De modo que el problema de la violencia no es un problema de salud mental sino de una sociedad enferma, pero no en términos de enfermedades como esquizofrenia o psicosis, sino en cuanto a la manera de relacionarse unos con otros”, comenta el especialista.
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De acuerdo con la psicóloga de la Universidad de Lima Gabriela Coros, una mujer puede presentar síntomas postraumáticos durante 10 años en promedio.
El machismo en la sociedad es la causa principal de violencia contra la mujer. “La música de moda tiene letras que alientan la posesión del hombre sobre la mujer”, afirma la psicóloga Jacquelinee Rojas.
La única forma de reconocer algún trastorno mental es mediante el peritaje policial o un diagnóstico clínico. “Un diagnóstico consiste en examinar todas las esferas de la persona en varias sesiones, tanto la profesional como la relación de parejas o la relación con hijos, etc.”, advierte la especialista.
La mayoría de mujeres asesinadas tienen de 18 a 59 años y sus agresores actúan contra ellas por celos o porque no quieren separarse, según indican cifras del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Los homicidas son usualmente convivientes, desconocidos o parejas sexuales. Solo el 6% son enamorados -o novios que no son parejas sexuales- y el 9%, esposos. Algunas mujeres cometen el error de validar los celos de su pareja. La víctima acepta este comportamiento y lo justifica definiéndolo como un enamoramiento sincero, cuando no lo es.
IMPACTO DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA
El 67% de mujeres asesinadas sufrieron de violencia psicológica en algún momento de su vida y el 40% de violencia física y sexual. La mayoría tuvo una relación tormentosa con el agresor debido a los celos, desconfianza, humillación, amenazas de abandono o contra sus hijos.
Según Rojas, la mujer “externaliza” y el hombre “contiene”. Se refiere a que el comportamiento femenino es más comunicativo que el masculino. “La mujer cuenta sus problemas y es capaz de pedir ayuda. Probablemente se vean en espacios hospitalarios más mujeres que hombres, quejándose por alguna dolencia”, comenta la psicóloga Jacquelinee Rojas.
Mientras más soporte psicológico tenga una mujer violentada, menor será el tiempo que le tome rehacer su vida. Las mujeres que han sufrido de violencia tienen más probabilidades de presentar en las primeras cuatro semanas dificultades para caminar y realizar actividades diarias.
“Las mujeres víctimas de violencia presentan síntomas como la tristeza, apatía, anhedonia (o incapacidad para experimentar placer), que van de la mano con la depresión. La pérdida de autoestima, los sentimientos de culpabilidad, la indefensión aprendida, se aíslan socialmente, hay un trastorno de dependencia emocional. Muchas de ellas tienen trastorno de estrés postraumático. El 92% de ellas tienen disfunciones sexuales”, sostiene la psicóloga de la Universidad de Lima Gabriela Coros.
SI VES VIOLENCIA, APRENDES VIOLENCIA
Los agresores suelen intimidar a su pareja con arrebatarles el derecho a vivir con sus hijos o incluso secuestrarlos. Eso significa que de una u otra manera el niño forma parte de un escenario violento y en cualquier ambiente de agresión ocurre lo mismo: los espectadores sienten pánico por naturaleza. Al reconocer la crueldad de una situación, la persona automáticamente siente miedo.
Los niños con padres violentos crecen con una idea errónea sobre el diálogo y la cooperación. “Si desde pequeño, yo entiendo que debo resolver ciertos asuntos con una relación violenta pues entonces voy y ejerzo una relación violenta. No solo los niños, sino también las niñas. Se preguntan qué resulta más rápido para que se cumpla su voluntad”, explica la psicóloga.
La violencia no está en el hombre sino que se construye viendo relaciones violentas. Las personas deben reflexionar sobre la violencia que ejercen, si sus comentarios hieren a los demás o si sus acciones se dirigen a hacer daño al otro.
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