Los llamados lunares de carne son comunes en la piel adulta y, aunque en general son benignos, su aparición puede estar relacionada con ciertos factores de salud. Una especialista en dermatología explica qué son, por qué aparecen y cuándo es recomendable consultar al médico.
Los conocidos “lunares de carne”, denominados médicamente como acrocordones o fibromas blandos, son formaciones benignas que resultan de una proliferación excesiva de piel. Según explica la dermatóloga Claudia Castillo Ruiz, estos pequeños crecimientos cutáneos son, en esencia, redundancias de piel que tienden a aparecer en determinadas zonas del cuerpo, especialmente en áreas donde hay pliegues, como el cuello, las axilas o debajo del busto.
Aunque en la mayoría de los casos su presencia no representa un riesgo para la salud, la especialista advierte que cuando los acrocordones aparecen en gran número y de manera repentina, pueden ser indicio de alteraciones metabólicas. Entre las más comunes se encuentran la resistencia a la insulina y el sobrepeso, por lo que su aparición masiva debe motivar una consulta médica para descartar condiciones subyacentes.
En términos generales, los lunares de carne no se malignizan, es decir, no evolucionan hacia enfermedades graves como el cáncer. Sin embargo, su ubicación puede provocar molestias. El roce con cadenas, el cuello de la camisa o incluso la transpiración pueden generar inflamación, enrojecimiento o picazón. Estas incomodidades, sumadas a razones estéticas, hacen que muchas personas opten por su extracción. Entre los métodos más utilizados para retirarlos se encuentra la electrocauterización, un procedimiento realizado por dermatólogos.
La aparición de estos fibromas blandos suele incrementarse a partir de los 30 años. Si se presentan uno o dos de forma aislada, no suele ser motivo de preocupación y puede responder a cambios normales de la piel. No obstante, la presencia de múltiples lesiones o su surgimiento acelerado amerita atención médica, ya que podría tratarse de un reflejo de algún desequilibrio interno, particularmente de tipo metabólico.
En caso de que un lunar de carne se rasgue accidentalmente y sangre, la recomendación inicial es aplicar una compresa fría y limpia, ejerciendo presión durante al menos cinco minutos. Posteriormente, se puede utilizar una crema cicatrizante, como aquellas que contienen óxido de zinc. Pese a ello, es fundamental acudir a un especialista para confirmar el diagnóstico, ya que otras afecciones, como ciertos tipos de cáncer de piel, pueden manifestarse también con sangrado.
Finalmente, la doctora Castillo Ruiz hace hincapié en que no es recomendable intentar arrancar estos lunares por cuenta propia. Esta práctica puede provocar infecciones, inflamación o incluso dejar manchas en la piel. Ante cualquier duda o molestia relacionada con los lunares de carne, lo más adecuado es siempre buscar la orientación de un dermatólogo.