La enfermedad es producida por la bacteria meningococo ya sea por vía aérea o contacto directo con un infectado. Si no se trata a tiempo, este mal puede ser mortal o dejar secuelas irreversibles como la ceguera o la sordera. La vacunación es la mejor prevención.
El contagio de la bacteria Neisseria meningitidis (meningococo) afecta a aquellas glándulas que cubren el cerebro y la médula espinal conocidas como meninges. La infección bacteriana inflama a dichas glándulas e impacta, en particular, a grupos vulnerables como recién nacidos, adolescentes y adultos mayores. Su síntoma principal es la fiebre que puede durar entre 18 a 24 horas, pero también se puede presentar tos y algunas manchas en la piel.
Debido a que afecta en una zona sensible como el sistema nervioso, si no se trata a tiempo puede dejar secuelas permanentes como la amputación de brazos; sordera o ceguera; y, cicatrices o alteraciones en la piel. Así lo explica el experto en enfermedades inmunoprevenibles, Kcofa Chung.
El contagio de la meningitis se puede realizar por vía aérea o por contacto directo con un infectado. “El problema ocurre cuando esta enfermedad se disemina”, precisa Chung para resaltar el nivel de peligrosidad de su contagio. Por eso, ni bien se presenten algunos de sus síntomas, el afectado debe acercarse a un centro médico.
El método de prevención es la vacunación, la mejor estrategia no solo para evitar el contagio de esta infección bacteriana sino su propagación, más aún porque “no es una enfermedad de fácil diagnóstico”.
La meningitis, de acuerdo a la Organización Mundial por la Salud (OMS), se presenta en poblaciones de todo el mundo, pero tiene mayor presencia en el cinturón de meningitis del África subsahariana donde registra casi 30 mil casos cada año.
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