En un infarto, las arterias coronarias (que son las responsables de llevar la sangre al corazón) se obstruyen y en consecuencia el corazón se queda sin riego sanguíneo.
Ante un infarto de miocardio, el tiempo es oro, y cuanto más rápido actuemos, mejor. Por eso, si ves que un familiar, compañero de trabajo o cualquier persona se lleva repentinamente la mano al pecho, tiene problemas para respirar, se marea, tiene un pulso inestable, siente que la muerte es inminente y tiene la piel pálida, está sufriendo un ataque al corazón.
Los expertos explican que lo primero que hay que hacer es colocar a la víctima en una posición en la que se encuentre cómoda y llamar a emergencias. Luego, si la persona está consciente, hay que hablar con ella para saber si ya ha sufrido estos episodios anteriormente. Si es así, tendrá su propia medicina y deberá tomarla. Caso contrario, hay que darle media aspirina. Cabe recordar, que es importante mantener la calma en todo momento.
Es sumamente necesario aflojar toda prenda de vestir que pueda apretar a la víctima (correa, pantalón, camisa, etc) y controlar sus signos vitales. Si la víctima está inconsciente, hay que evaluar su respiración: si respira, hay que colocarla en posición lateral de seguridad; si no respira o su respiración es deficiente, hay que iniciar la reanimación cardiopulmonar.
Finalmente, cuando lleguen los servicios de emergencia hay que explicarles todo tal cual ocurrió.
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