El estrés y la ansiedad sufrida por los antepasados en eventos traumáticos pueden modificar las expresiones de los genes en las generaciones actuales. Un estudio comprobó que existe una mayor tasa de mortalidad en descendientes de prisioneros de guerra.
Una frase popular entre la gente es que los hijos no deben pagar por las culpas de los padres. Si en la práctica eso es cierto, no sucede lo mismo con los genes. Los sucesos trágicos que hayan tenido que padecer nuestros ancestros pueden repercutir en nuestra salud mental y física por medio de la herencia genética.
El ADN humano está conformado por una serie de cadenas de letras, las cuales se combinan en una infinidad de secuencias, las cuales, a su vez, están rodeadas de componentes químicos. Pues esas sustancias son las que se ven afectadas por factores ambientales (negativos y positivos), los cuales se heredan. La disciplina que estudia esto es la epigenética.
La epigenética es la especialidad de la genética que estudia cómo los procesos ambientales o del desarrollo pueden alterar los efectos de los genes de una persona sin modificar la secuencia de ADN de ese gen en sí, según lo define el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano ‘Eunice Kennedy Shriver’ de Estados Unidos (NICHD por su sigla en inglés).
Si bien la mayoría de los seres humanos nacen con secuencias genéticas comunes, pueden alterarse si el sujeto es expuesto a procesos de violencia, estrés, falta de afecto, entre otros efectos originados por sucesos traumáticos.
“Si bien no se altera el ADN por los factores ambientales, sí sus expresiones”, dijo para RPP Noticias, Alicia Díaz, médico genetista del Instituto de Medicina Genética.
LAS CRISIS POLÍTICAS INFLUYEN
La epigenética nació en la década de 1980. A partir de la correlación que se descubrió entre la gran hambruna y la alta tasa de esquizofrenia que existía en niños durante la China comunista de Mao Zedong.
“La hambruna había perjudicado la nutrición de las mujeres embarazadas del país asiático de ese entonces. Así se comprobaron los cambios epigenéticos”, explicó Alicia Díaz.
Los efectos de crisis pasadas pueden alcanzar hasta las generaciones contemporáneas. Un estudio científico, publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, comprobó la herencia genética de antiguos prisioneros de guerra en sus generaciones actuales.
La investigación analizó los expedientes médicos de casi 4.600 niños cuyos ancestros habían sido prisioneros de guerra durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos. Los resultados fueron comparados con los de otro grupo de hijos de veteranos del mismo conflicto, pero que no habían sido presos.
Los niños que descendían de los prisioneros de guerra tuvieron hasta 11% más en su tasa de mortalidad que el resto, según los resultados de la investigación.
EL PRESENTE TAMBIÉN CUENTA
Los cambios en las expresiones genéticas no solo se heredan de generaciones pasadas, el presente puede producirlas. Experiencias difíciles como haber sido huérfano y haber vivido en orfanatos o en familias disfuncionales pueden producir a futuros ciudadanos con tendencias a la violencia y la criminalidad. El estrés postraumático de una violación también puede repercutir en la salud física y mental del niño a nacer.
No obstante, no todas las influencias son negativas en las secuencias genéticas. Alicia Díaz agregó que estudios científicos sobre el apego han comprobado que “los que son amados por sus madres tienen mejor inteligencia emocional”. Así que la próxima vez que sufras o te alegres por alguna particularidad que tiene tu organismo, sabes que tu árbol genealógico tiene la culpa.
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