La telenovela se viste de seda para presentarnos la vida de El Sol de México, un homenaje más cercano al estereotipo que a una serie biográfica de nivel. ¿Cómo se explica su éxito?
El éxito de "Luis Miguel, la serie" tiene varias capas. De entrada, en la superficie, podemos ver que la realidad continúa sometiendo a la ficción, aunque en distintos niveles. Si en "House of Cards" vimos el auge y caída de Frank Underwood a manos de Donald Trump, en la producción dedicada a 'El Sol' de México asistimos a la resurrección del intérprete de "La incondicional". ¿Quién era 'Luismi' justo antes del estreno de la ficción sino un artista en evidente declive?
Aceptémoslo: gracias a su serie Luis Miguel pasó de ser un cantante con sobrepeso que planta a 15 mil fanáticos en un concierto a tener la agenda llena de shows por lo que resta del 2018.
En una segunda instancia se encuentra el componente de nostalgia. Las canciones del intérprete son parte del imaginario popular de (por lo menos) dos generaciones. Y no es nada difícil captar a una tercera con "revelaciones" que se conocieron en su momento y son presentadas en un empaque atractivo y misterioso (los abusos del padre, la desaparición de la madre Marcela Basteri, la verdadera nacionalidad del cantante...) y además con personajes tan coloridos. La fórmula es efectiva: la vida de 'Luismi' ya era un drama antes de ser llevado a la pantalla chica.
PROBLEMAS DE FONDO
Un análisis más profundo implica analizar el contexto en el que es emitida esta telenovela. En la era de las redes sociales, los canales suelen pensar sus producciones considerando la interacción que estas pueden generar. Por eso es tan fácil caer en el engaño y decir que una ficción es exitosa, porque todos hablan de ella en Facebook o Twitter. "En Luis Miguel [la serie] tenemos interacción desde la nostalgia. Lo que gusta es cuando decimos 'esa canción yo la escuché con mi mamá hace tiempo'. Hoy en día toda narrativa debe plantearse desde el inicio qué tipo de interacción tendrá con el público", sostiene el crítico de televisión colombiano Omar Rincón.
Las series son una forma de pensar el mundo. En el fondo, son un motivo para reflexionar. El principal problema de "Luis Miguel, la serie" es que descuida el fondo y se enfoca demasiado en la interacción que este pueda provocar. Su mejor personaje, Luisito Rey, es prácticamente una caricatura. Lleva a su intérprete (el buen actor Óscar Jaenada) a diluirse en el estereotipo del villano. Y es que es muy, pero muy malvado. Nos lo deja saber a cada momento, acompañado por su primo, ambos con los bigotazos y los ojos bien abiertos con un cigarro en la mano. No hay matices, son malos y punto. Y Luis Miguel, interpretado de manera solvente por Diego Boneta, es el bueno. Manipulado por su padre ─quien utiliza constantemente previsibles tretas para aprovecharse de él bajo la premisa de que busca su bien─ y con una misión por cumplir: encontrar a su madre, Marcela Basteri. Claro, mientras vive tórridos romances con mujeres fácilmente reconocibles. Aunque cualquier parecido con la realidad es coincidencia.
Todo lo anterior, sin embargo, funciona. Y funciona muy bien. Aunque la realidad nos haya demostrado ya que lo más popular no necesariamente es lo mejor.
LO BUENO Y LO MALO
Al final, "Luis Miguel, la serie" es la producción perfecta para hacer memes, para estampar en un polo la cara de Luisito Rey con la frase "¡coño, Micky!" y para encontrar hilarantes paralelos entre la ficción y la realidad. Quizás alguien le interese saber si fue cierto que Luisito Rey despotricó en 'spanglish' contra quien representaba a Michael Jackson mientras intenta concretar un dúo con su hijo, pero la mayoría simplemente reirá ante la exagerada escena. "Una cosa es que Luis Miguel nos resulte atractivo como personaje y otra es tener una buena serie sobre Luis Miguel. Pero algo debe de tener [esta serie] para que cautive a tanta gente, porque un producto malo no puede cautivarte". El docente especializado en producción televisiva Juan Manuel Auza escoge el camino del consenso.
Algo hace muy bien la ficción de Luis Miguel. Su manejo del tiempo no es lineal, tal y como nos tienen acostumbrados los 'biopics' de siempre. A través de los capítulos navegamos en diferentes líneas temporales que nos presentan al astro de la música en edades diferentes, enfrentando distintos momentos de su vida. No es una serie que aburre, sino que echa mano de recursos audiovisuales que atrapan al espectador.
ÉXITO TRANSMEDIA
¿Es "Luis Miguel, la serie" una mala serie? Esa no es necesariamente es la discusión. Así lo explica Omar Rincón: "La televisión hoy no es solamente la pantallita, sino entretenimiento audiovisual expandido. Está en las computadoras, las tablets, los celulares, etc. Los jóvenes y los adultos sabemos consumir en cada momento la 'droguita' audiovisual que queremos. Entonces, cuando estamos cansados, ponemos el cerebro sobre la mesa y vemos una telenovela o una serie como la de Luis Miguel, cuando ya no queremos pensar. Cuando quieres pensar buscas otro tipo de serie y así. Hay series para cada tipo de espectador. Cada uno construye sus éxitos. Lo que más daño le ha hecho a la televisión es el moralismo".
Es probable que en tiempos de Netflix cometamos el error de exigirle a una telenovela lo mismo que a una serie de mayor fuste, pero lo cierto es que el culebrón del cantante tiene otros propósitos. No obstante, ejercer el pensamiento crítico implica analizar aquellos detalles que convierten a una serie promedio en una buena serie. Y en ese aspecto, Luis Miguel nos ha vuelto a dejar plantados. Igual, la seguiremos viendo.
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