Drones monitorean las especies de árboles presentes en un territorio de 400 hectáreas, colindante con Tambopata, y estudian la producción de 140 árboles de castaña.
(Mongabay Latam / Alexa Vélez) A Juan Diego Shoobridge le toca sumergirse por quince días en el bosque de la Reserva Nacional Tambopata para remover memorias y cambiar baterías de un grupo de cámaras trampa. Está en medio de la Amazonía de Madre de Dios en Perú y no hay trochas ni caminos a la vista que indiquen la ruta. Si gira 360 grados sobre eje todo lo que verá más allá de su nariz es una vegetación tupida y húmeda. Está en medio de uno de los bosques tropicales más extensos del mundo.
“Es monte, monte, vas con tu GPS, tu machete, siguiendo la línea a ver dónde está tu cámara trampa y así vas avanzando”, cuenta el joven biólogo.
Él y sus compañeros dependerán por dos semanas de un aparatito a pilas que, sin exagerar, decidirá su futuro y bienestar. Además se verán obligados a cambiar de hogar hasta en tres oportunidades, cada vez que les toque armar un campamento, y desde ahí saldrán para ubicar cada una de las cámaras instaladas. Abel Castro, técnico forestal que participa en la salida, le recuerda a Juan Diego que en una oportunidad él y su hermano se toparon con un jaguar, que el felino estaba en posición de ataque, listo para saltar, pero que finalmente desistió y se perdió entre el follaje.
“A veces te toca atravesar un aguajal, que es como un pantano, y con el agua hasta el pecho, la mochila encima de la cabeza y el machete en la mano avanzas en un agua que no se ve, esperando que no haya un caimán o una anaconda. Es un trabajo muy intenso y terminas súper cansado”, narra Shoobridge, quien confiesa que todo se compensa tres meses después cuando retiras las memorias de nuevo y ves la fauna que ha pasado por el mismo lugar en el que tú estuviste.
Este es un capítulo más del proyecto AmazonCam que estudia desde el 2016 la población de jaguares que habita la Reserva Nacional Tambopata y que, en el camino, ha logrado identificar 25 especies más de mamíferos que han sumado ahora a sus monitoreos. Una de las piezas clave de esta investigación son los ciudadanos apasionados por la ciencia que, desde la comodidad de sus casas, ayudan a los científicos a procesar y clasificar los animales que aparecen en las miles de horas grabadas en la selva peruana.
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Ojos en la Amazonía
Cuando Juan Diego Shoobridge, biólogo, no está embarcado en una de las expediciones, coordina Wired Amazon, que se podría traducir como Amazonía Conectada. Esta iniciativa, desarrollada en la selva de Madre de Dios por Rainforest Expeditions, reúne una serie de proyectos científicos que tienen como base la aplicación del concepto de ciencia ciudadana.
Uno de los proyectos más importantes que sigue esta lógica es el de AmazonCam y en este participa el Zoológico de San Diego de Estados Unidos. Empezó en febrero de 2016 y ha logrado en tres años identificar 20 jaguares en los 200 kilómetros cuadrados que monitorean dentro del área protegida.
En total han montado 66 estaciones de registro y en cada una de ellas hay dos cámaras trampa. En el camino, por las condiciones climáticas, algunas de ellas han quedado inoperativas pero hay, por lo menos, 100 cámaras grabando de forma contínua. No hay una sola estación que no esté cubierta por uno de estos dispositivos que registran fotografías o videos, según las necesidades del investigador.
Salvo dos estaciones, todas las restantes están situadas dentro del área protegida.
“Lo que estamos haciendo es documentar toda la biodiversidad de animales grandes y mamíferos a través de cámaras trampa. Y como objetivo principal nosotros queremos estimar la población de jaguares de la Reserva Nacional Tambopata”, explica Shoobridge.
Los turistas que visitan alguno de los albergues turísticos tienen la oportunidad, si así lo desean, de aportar a la investigación con un granito de arena. Ellos pueden salir con un biólogo a instalar en las trochas cercanas una cámara trampa y luego de un mes revisar lo que han registrado. Los científicos se encargan de enviarles las imágenes.
“Es algo simbólico, pero también nos nutre de información (…) Muchos de ellos ven jaguares. Han identificado más de cuatro jaguares diferentes que se mueven dentro de ese espacio”, cuenta el biólogo sobre las grabaciones recogidas en puntos cercanos a los refugios turísticos.
Pero la participación más importante se da en el proceso de clasificación del material que es subido a Zooniverse, que es una plataforma de ciencia ciudadana donde el proyecto AmazonCam tiene un espacio para compartir el material grabado en campo.
“Todo lo que sacamos de las cámaras trampa las subimos a Zooniverse, y cada tres meses que recogemos las memorias y cambiamos las baterías subimos un set de aproximadamente 10 000 y 15 000 imágenes diferentes”, narra Juan Diego y confiesa que sin esta herramienta sería casi imposible clasificar tanto material. “Cada vez que le das click al nombre de un animal te van a salir algunas fotos como ejemplo, estas te ayudan a clasificar a los animales”, precisa.
Pero para tener información más fiable han creado como una suerte de protocolo de verificación. “Después de que 15 personas responden lo mismo sobre una imagen, esta es considerada válida”, sostiene el biólogo.
El monitoreo de jaguares en Tambopata les ha permitido identificar 25 mamíferos dentro de los 200 kilómetros cuadrados que abarca el área de estudio. Las cámaras trampa han logrado sorprender dentro de su rutina a sajinos, huanganas, venados grises y rojos, tapires, pumas, algunos ejemplares de yaguarundi, un margay y hasta a los curiosos perros de orejas cortas.
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Tras los pasos del jaguar
Mathias Tobler y Mark Bowler lideran los estudios científicos de AmazonCam y pertenecen al Instituto de Investigaciones para la Conservación del Zoológico de San Diego.
En una entrevista con Mongabay Latam, Tobler precisó que si bien los estudios con este proyecto empezaron en el 2016, le siguen los pasos a los jaguares en Madre de Dios desde hace 15 años.
“Hemos trabajado en concesiones de conservación (Los Amigos), áreas protegidas (Tambopata), concesiones forestales y, últimamente, concesiones de castaña. Usamos mayormente cámaras trampa pero también les hemos puestos collares a varios jaguares”, explica Tobler, doctor en ecología de vida silvestre.
La información reunida a lo largo de los años es vasta y les ha permitido estudiar los movimientos, densidad y dieta de los jaguares. Pero hoy la investigación busca sumar nuevos datos relacionados a la dinámica poblacional, el tiempo de vida de un jaguar, la tasa de nacimiento anual de estos felinos, así como la inmigración y emigración de una población.
“En Tambopata tenemos 107 puntos con cámaras. Tenemos puntos con una y puntos con dos cámaras. Las dos cámaras nos ayudan a tomar fotos de ambos lados de un jaguar para poder identificarlo más fácilmente”, señala Tobler y explica lo importante que es el registro del pelo de los jaguares para poder realizar el conteo de los individuos, pues el pelo funciona como una “huella digital” que es más sencillo detectarla con un registro doble.
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