Hoy terminó la edición 2019 del Dakar. Una carrera en la que los pilotos pueden llegar a soportar temperaturas que sobrepasan los 42 grados centígrados. Descubre en esta nota por qué es considerado el rally más difícil del mundo.
“El Dakar no es para cualquiera” es una frase que se repite en cada edición y que tiene muchos motivos detrás. Es considerada la prueba más difícil de rally del mundo, pero a pesar de las situaciones límite que propone, siempre provoca volver cada año para alcanzar nuevas metas.
El solo hecho de terminar la carrera ya es un logro para los pilotos, sobre todo considerando que de todos los que arrancan la competencia, aproximadamente solo el 30% logra terminarla. Aquí repasamos los motivos por los que el Dakar es una prueba solo para valientes.
El clima: calor y altura
El desierto tiene temperaturas que incluso superan los 42 grados centígrados, siendo los golpes de calor otra dificultad que los pilotos deben enfrentar.
En 2018, cuando la ruta del rally fue Perú – Bolivia - Argentina, la altura era otro problema para tomar en cuenta, pues pasaron unos 5 días a 3 000 metros sobre el nivel mar. La falta de oxígeno y el cansancio natural hizo que muchos participantes estuvieran a punto de retirarse.
El terreno: motivo de accidentes
El rally Dakar se corre en el desierto, por lo que las dunas representan un terreno difícil ya que los vehículos corren más riesgo de volcarse. En el Dakar 2019, por ejemplo, el 70 % del recorrido se da sobre arena. De hehco hay algo llamado “fesh fesh”, que se refiere a la arena muy fina que dificulta la visión y esconde trampas.
Esto sumado al clima, hace que los accidentes sean frecuentes. Desde caídas aparatosas que han dejado a los pilotos fuera de carrera y autos envueltos en llamas como sucedió el año pasado con la piloto argentina Alicia Reina o en 2016 con el piloto boliviano Luis Barbery, hasta accidentes que han cobrado vidas como la del polaco Michal Hernik en 2015 producto de la deshidratación.
La distancia: miles de kilómetros
Todo bien si se tratase de 1, 2 o 3 días de carrera, pero el Dakar se corre generalmente en un promedio de 14 días con 10 etapas como mínimo, que implican entre 9 000 y 14 000 kilómetros. Un reto que lleva al límite la capacidad de resistencia de los participantes.
Por esta razón, cada equipo lleva todo un kit para sobrevivir durante la carrera que involucra ropa especial, bebidas, suplementos y más. Además, cuentan con un campamento especial donde hay duchas comunitarias para reanimarse y atención médica para empezar al día siguiente en buen estado.
La navegación: mantener el sentido de ubicación
Uno de los principales retos es mantener la ubicación dentro de la carrera. Para esto, el roadbook y el GPS son las únicas herramientas que pueden utilizar los pilotos para no perderse durante cada etapa y, sobre todo, para pasar por los “way point” ubicados por la organización, estos son los puntos de paso obligatorio para todos los competidores.
En cuanto al roadbook, este es un rollo de papel que contiene las indicaciones de la etapa siguiente como la dirección, los peligros y distancias. El GPS por su parte solo ofrece información de brújula y controla la velocidad, puede utilizarse al 100% pero con penalización en caso el participante se pierda.
La asistencia mecánica: bien regulada
En el Dakar 2016 el brasileño Guilherme Spinelli admitió antes los jueces haber recibido un alternador de un espectador, un acto prohibido por las normas de la organización, por lo que fue expulsado. Este es un punto bien regulado en el Dakar, pues durante las especiales cronometradas está prohibida cualquier tipo de asistencia externa, ya sea de los espectadores o personal ajeno a la organización.
La ayuda externa solo se puede recibir en el campamento base. La única salvedad es que la ayuda provenga de otro vehículo inscrito en la carrera. Precisamente lo que sucedió en la edición 2019 cuando Fernanda Kanno le brindó gasolina a Aníbal Aliaga en medio del desierto.
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