En Áncash, una empresa social trabaja para impulsar el desarrollo de capacidades en jóvenes de zonas rurales y ha logrado que más de 3,500 estudiantes crezcan económicamente mediante el comercio justo entre agricultores.
Nuestro país alberga una gran biodiversidad agrícola, una cualidad aprovechada por los emprendedores peruanos que ponen a la venta frutos andinos como el aguaymanto, la numia mullaca, la chirimoya, entre otros. Sin embargo, vivimos tiempos complicados donde muchos emprendimientos deben superar el impacto económico causado por la pandemia y, para ello, su capacidad de reinventarse y su labor social son más importantes que nunca.
En una realidad donde muchos jóvenes migran a las grandes ciudades en busca de mejores oportunidades, Ally Mishky les permite permanecer en su comunidad y generar ingresos a través de la elaboración y comercialización de productos nutritivos y naturales como mermeladas, néctares y licores a base de frutos originarios.
Esta empresa social tiene como objetivo rescatar los recursos propios de Áncash, promover el comercio justo en agricultores y, sobre todo, mejorar la calidad de vida de jóvenes de familias rurales a través de una escuela de agronegocios.
¿Cómo nació Ally Mishky?
Nació en el 2011 para ayudar con el financiamiento del “Centro de Agronegocios para Jóvenes Rurales” a través de la comercialización de productos elaborados a base de frutos andinos. De esta manera, el centro ha podido continuar su misión de brindar educación teórica y práctica en forma gratuita, fomentando el emprendimiento y la capacitación de jóvenes rurales.
Con el tiempo, la marca ha logrado ser un referente en la zona y mejorar la presentación de sus productos, lo que les ha permitido obtener el apoyo de organizaciones sin fines de lucro extranjeras. Con ello, han podido implementar una planta de procesamiento de frutas y a la fecha, tener dos clientes corporativos.
Reinventarse durante la pandemia
Esta empresa social ha tenido que reinventarse muchas veces en la última década. Por ejemplo, en un inicio, al encontrarse en una zona rural donde no contaban con electricidad, elaboraban sus productos de forma artesanal y más tarde, aprendieron a producir en una planta de procesamiento y a mayor escala.
“Antes había mucha migración del campo a la ciudad, ahora muchos han regresado justamente por el 2020 y, de hecho, muchos de ellos están trabajando en la empresa que tenemos”, cuenta Gabriel Cháman, CEO de Ally Mishky. En efecto, este emprendimiento ha permitido que más de 3500 jóvenes, donde casi el 60% son mujeres e hijos de campesinos puedan crecer económicamente y más de 200 ya crearon sus propias microempresas en las provincias de Huari.
Actualmente la educación del Centro de Agronegocios se da en modalidad virtual y continúa trabajando por lograr sinergias entre las poblaciones rurales, la agroindustria rural y la comercialización de productos locales agroecológicos y saludables con el fin de generar progreso para todos.
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