Lo aprendido en las clases ha logrado empoderar a un grupo de 35 adultos mayores, que ahora pueden escribir correctamente su información personal y realizar trámites.
¿Sabías que en el Perú existe 1 millón 797 mil personas que están en situación de analfabetismo, según la Encuesta Nacional de Hogares del INEI? Y, si bien el analfabetismo viene disminuyendo, aún constituye un problema para la población adulta mayor y principalmente para las mujeres, según el Minedu.
La buena noticia es que nunca es tarde para aprender y hay jóvenes dispuestos a brindar su tiempo para enseñar a quienes no tuvieron la oportunidad. Por ello, 35 personas adultas mayores del Centro de Desarrollo Integral de la Familia (Cedif) de Ayacucho asisten dos veces por semana a las clases de alfabetización que dictan cinco jóvenes voluntarios de la campaña “Acompáñanos a cambiar vidas”.
Las personas adultas mayores tienen entre 65 y 87 años y cada semana avanzan un poco más en sus conocimientos de lectura y escritura. El primer objetivo de los voluntarios es que los usuarios de la campaña puedan escribir correctamente información acerca de ellos, como su nombre completo y dirección, con el objetivo de que puedan realizar trámites personales.
“Las clases empiezan desde lo más básico: reconocer las letras. Luego, poco a poco, les enseñamos a identificar palabras. Utilizamos materiales didácticos y ágiles para mejor comprensión”, cuenta Deyssi Cruz, quien se unió al voluntariado de Inabif (dentro de Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables) en febrero de este año.
Además, de acuerdo con los expertos, la alfabetización de adultos mayores puede contribuir de muchas maneras a su bienestar integral, aumentando su autoestima y confianza, previniendo el deterioro cognitivo y mejorando su bienestar físico y emocional.
“Aprender a leer y escribir los hace sentir más independientes. Es importante que sepan escribir su dirección para que no se olviden dónde viven. Quieren aprender y nosotros nos sentimos satisfechos de enseñarles”, agrega Liz Flores, que lleva 2 meses como voluntaria en la institución.
Por su parte, los dedicados alumnos no dejan de sentirse agradecidos con los jóvenes voluntarios por su solidaridad y entrega. “Agradezco al grupo de voluntarios la dedicación que tienen con nosotros. Ahora ya puedo reconocer algunas palabras”, dice Teófilo Condori Quispe, que ahora tiene 82 años y durante mucho tiempo trabajó construyendo casas.
Comparte esta noticia