Más del 25% de adolescentes peruanas tuvieron que pedir prestado un dispositivo móvil para acceder a clases virtuales, según estudio de Hiperderecho. En el caso de sus pares varones, la cifra fue de 15%.
No hay duda de que la educación virtual trajo consigo múltiples oportunidades durante la pandemia, pero también desafíos, sobre todo para los adolescentes que se conectaban desde sus casas, siendo estos más acentuados en el caso de las mujeres.
Así lo detalla un estudio sobre las brechas digitales de género en la adolescencia, elaborado por Hiperderecho en apoyo con Unicef: Más del 25% de adolescentes peruanas tuvieron que pedir prestado un dispositivo móvil para acceder a sus clases, mientras que en el caso de sus pares hombres, la cifra es fue 15% de sus pares varones tuvo dicho problema.
“[Se deben evaluar] las razones por las cuales las mujeres no acceden a internet más allá de no poder costearse un celular, o vivir en una zona con baja cobertura. Existen muchos factores que deben ser considerados”, explica a RPP María José Lira, directora de investigación en Hiperderecho.
¿A qué responde esta disparidad?
Según el Informe Nacional de Brechas de Género 2021 del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en todos los grupos de edad, los hombres utilizan más internet que las mujeres. El promedio de la brecha es de 4.5%, pero si se considera únicamente zonas rurales, la diferencia se extiende hasta un 7.8% y, entre la población indígena, alcanza incluso un 12.5%.
Los estereotipos y roles de género, así como una sensación de mayor vulnerabilidad a ser víctimas de violencia y acoso en línea, son las principales barreras que explican no solo la menor presencia de mujeres en la red, sino también el menor tiempo que tienen para navegar o los diferentes usos que le dan a las herramientas tecnológicas, precisa Lira.
Mientras que los adolescentes varones se perciben más hábiles en el desarrollo de programas técnicos y complejos como Python, sus pares femeninos consideran tener destrezas vinculadas a la edición de videos, imágenes y diseño de páginas web. Lira considera que son autopercepciones ligadas a etiquetas sociales sobre las labores asociadas a cada género.
¿Qué ocasionan estas brechas?
Este mismo estudio reveló que más de un 53% de adolescentes mujeres señaló no haber considerado estudiar carreras dentro de la rama STEM (Ciencias físicas, Informática, Telecomunicaciones, Ingeniería, Matemática o Estadística), a diferencia del 32.25% de varones que indicó no haber contemplado dedicarse a dichas áreas. Una percepción reflejada en la realidad.
Según la Sunedu, solo hay un 32% de egresadas en carreras vinculadas a la ciencia, tecnología e informática. Considerando que estas profesiones son las que mayores ingresos generan y que la ONU estima que, para el 2050, el 75% de los trabajos estarán relacionados con áreas STEM, las brechas salariales también aumentarían.
Lira detalla que en las adolescentes con mayor motivación y deseo para utilizar y desarrollar herramientas digitales, hay una presencia predominante de profesoras de Informática y Computación. Contar con un modelo femenino que maneje estas habilidades demuestra que, al romper con los estereotipos de género, la autopercepción de las menores también cambia.
¿Cómo reducirlas?
Para la especialista, el primer paso es entender las brechas digitales de género no solo como una estadística sobre cuántas mujeres no acceden a internet, sino como una reflexión sobre los problemas estructurales detrás como los estereotipos de género, además de fomentar espacios para que las mujeres puedan sentirse seguras al momento de navegar por la red.
De esta forma, sostiene que se deben desarrollar políticas públicas con enfoque de género desde una perspectiva multidimensional (material, habilidades, motivacional y de usos). Así, es necesario un trabajo en conjunto no solo entre el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y el Ministerio de Educación, sino de cada organismo estatal con estas competencias.
“Tenemos que empezar a atacar el tema de la brecha digital de género no solamente para mandar más laptops o tablets a los colegios, el Estado debe tener más consciencia sobre cómo estos roles de género limitan el acceso o la motivación que tienen estas niñas, estas adolescentes y estas mujeres a poder desarrollar su potencial en internet”, puntualiza Lira.
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