Un sistema inmunológico fortalecido desde una edad temprana nos ayudará a protegernos y combatir diversas enfermedades, entre ellas las respiratorias causadas por distintos virus y bacterias.
En tiempos de COVID-19, además de seguir las restricciones que han proclamado los gobiernos alrededor del mundo, llevar una vida sana con una alimentación equilibrada, un estilo de vida activo y una higiene adecuada toman relevancia, ya que es un momento crucial en el que nuestras defensas deben estar listas para enfrentar este virus.
De esta manera, un sistema inmunológico fortalecido desde una edad temprana nos ayudará a combatir virus y bacterias que buscan ingresar a nuestro organismo y, sobre todo, a generar anticuerpos a partir de ellos para evitar volver a enfermarnos. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que, aunque muchos ciudadanos aún se encuentran en situación de aislamiento social, mantengan un estilo de vida saludable que incluya una dieta apropiada, dormir, hacer ejercicio y mantener el contacto con sus seres queridos.
Por otro lado, en el caso del coronavirus, la mayoría de las personas se recupera de la enfermedad sin necesidad de seguir un tratamiento especial. Sin embargo, también se ha advertido que los pacientes ancianos y los que padecen otras enfermedades subyacentes son más vulnerables. Asimismo, personas con hábitos perjudiciales para la salud como el consumo frecuente de sustancias tóxicas como el alcohol y el tabaco también pueden estar propensos a desarrollar cuadros más graves.
A continuación, te contamos más sobre algunos factores esenciales para lograr un estilo de vida saludable, un sistema inmunológico preparado para combatir enfermedades y que, además, al practicarse desde la infancia pueden reducir el riesgo de padecer enfermedades crónicas en la adultez.
Una alimentación saludable
Las deficiencias nutricionales son la causa de sistemas inmunes débiles y, por lo tanto, aumentan el riesgo de contraer enfermedades. Por ello, tener una alimentación nutritiva es esencial y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mejora de la nutrición pasa por promover la salud de las madres, los lactantes y los niños pequeños; así como reforzar nuestro sistema inmunitario a través de una alimentación variada.
Durante la emergencia nacional por la COVID-19, el Instituto Nacional de Salud ha recalcado que no existe un tratamiento dietético específico ni curas para enfrentar esta enfermedad. No obstante, ha recomendado el consumo preferencial de alimentos naturales –que incluyan frutas y verduras de estación– como una fuente importante de vitaminas, minerales y fibras.
Por otro lado, incluir alimentos de origen animal como el pescado, carnes, huevo y lácteos contribuyen a alcanzar las recomendaciones de nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del organismo. Asimismo, no deben faltar las menestras que además de ser saludables y nutritivas pueden almacenarse por más tiempo, evitando así que necesitemos ir con frecuencia a los mercados.
Para una alimentación saludable también es importante limitar el consumo de alimentos ultra procesados, ya que suelen ser altos en azúcar, sales y grasas saturadas, lo cual propicia el sobrepeso u obesidad. Además, mantenernos hidratados tomando de 6 a 8 vasos de agua al día, sin azúcar añadida, es primordial para nuestra salud.
Una vida activa
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inactividad física es el cuarto factor de riesgo en lo que respecta a la mortalidad mundial. Además, estima que un adecuado nivel de actividad física regular en los adultos reduce el riesgo de hipertensión, cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes, cáncer de mama y de colon, depresión y caídas.
Asimismo, un constante movimiento corporal contribuye a mejorar la salud ósea y funcional, y es un determinante clave del gasto energético fundamental para el equilibrio calórico y el control del peso. De hecho, mantenerse físicamente activo también es esencial para cuidar la salud mental y dormir las horas necesarias para mantener nuestro sistema inmunológico en buena forma.
Por esta razón, alentar la actividad física desde la infancia es esencial para un buen desarrollo motor y cognitivo de los niños y niñas. Para Fiona Bull –directora del programa de la OMS de vigilancia y prevención poblacionales de enfermedades no transmisibles– aumentar la actividad física, reducir el sedentarismo y garantizar un sueño de calidad para los niños pequeños mejorará su salud física, mental y ayudará a prevenir la obesidad infantil y las enfermedades asociadas a ella en etapas posteriores de la vida.
Cabe resaltar que, según los expertos, realizar una "actividad física" no es necesariamente hacer una rutina de ejercicios. La actividad física abarca el ejercicio, pero también otras actividades que entrañan movimiento corporal y se realizan como parte de los momentos de juego, del trabajo, de formas de transporte activas, de las tareas domésticas y de actividades recreativas.
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