Con la reapertura de los centros de educación inicial, los menores podrán retomar el ritmo de aprendizaje perdido durante la pandemia. Especialistas explican cuáles son los roles que los padres y las instituciones educativas deben asumir en este retorno a clases presenciales.
Tras casi dos años de haber cerrado debido a la crisis sanitaria generada por la COVID-19, las instituciones educativas de todo el país vuelven a abrir sus puertas en el inicio de un nuevo año escolar.
Este regreso a clases semipresenciales resulta crucial para la formación de las niñas y niños de todo el Perú, especialmente de aquellos que se encuentran en edad preescolar, ya que podrán retomar su ritmo de aprendizaje -retrasado por las clases remotas-, así como sus habilidades de sociabilización.
La reapertura de los nidos y centros de educación inicial era una urgencia que no podía esperar más, ya que, según reportes, existe evidencia de que la presencialidad es mucho más beneficiosa que la virtualidad para la enseñanza y de que los colegios no son focos de contagio.
En esta nota, especialistas consultados por RPP señalan que es necesario que tanto las instituciones educativas como las familias asuman una serie de responsabilidades para garantizarle a los más pequeños del hogar un regreso a clases seguro para su salud y provechoso para su educación.
Escuelas seguras para todos
Lenka Neyra, pedagoga y directora del Nido Arco Iris, afirma que protocolos de bioseguridad como la disponibilidad de un centro de lavado y desinfección de manos, la acreditación de los padres o madres de que su niño o niña no presenta ningún síntoma de COVID-19 y la promoción de actividades de aprestamiento en lugares ventilados es clave en los centros de educación inicial.
A partir de los tres años, los menores están en edad de usar obligatoriamente las mascarillas; sin embargo, los nidos e instituciones educativas deben tomar en consideración que no siempre la usarán de manera adecuada, asegura por su parte, el pediatra neonatólogo Gustavo Rivara.
"Los niños juegan, corren. Parte de la educación inicial tiene que ver con actividades lúdicas, con jugar, moverse y no siempre esto va de la mano de un uso adecuado de la mascarilla o del respeto a la distancia”, señala.
En esa línea, el profesional de la salud apunta que también es necesario que se establezcan protocolos para la alimentación en el momento del refrigerio y que, a través de actividades musicales o recreativas, se les enseñe a los menores a cuidar su salud en tiempos de COVID-19.
La importancia de inspirar confianza
El regreso a las clases presenciales puede generar un impacto en la rutina de los menores, por lo que el rol de la familia debe estar alineado a prepararlos a las nuevas formas de interacción que encontrarán en su centro de estudios, asegura Neyra.
“Es importante contarle a los más pequeños que en el nido tendrán un espacio delimitado y nuevas maneras de compartir y convivir, como por ejemplo toser tapándose la boca, toser en el pañuelo o en el quiebre del codo, lavarse siempre las manos con agua y jabón, entre otros”, apunta.
Durante la pandemia, el acompañamiento de los padres o tutores a los niños tuvo que adecuarse a la virtualidad. Neyra señala que, en un contexto en el que ya no podrán estar presentes con ellos la totalidad del tiempo, ir fomentando el autocuidado de su salud física y emocional es vital para que adquieran un mayor independencia, lo que será beneficioso para su regreso al nido.
"Es perfectamente natural que los niños en edad preescolar experimenten ansiedad de separación. Es recomendable que, durante el camino hacia el nido, le digas a tu hijo o hija cómo va a pasar su día para que sepa qué esperar. Cuando los dejes, asegúrales que regresarás a la hora de salida. No te demores, ya que eso solo hará que la separación sea más difícil tanto para ti como para ellos. Una vez que se adapte a la nueva rutina, despedirse será mucho más fácil”, recomienda.
Para el pediatra Gustavo Rivara, la clave está en que los padres destierren los miedos de sus hijos inspirándoles la confianza y la tranquilidad de que están yendo a un lugar seguro y positivo donde podrán jugar con otros niños, estar en movimiento y aprender.
Asimismo, las familias deben favorecer las suficientes horas de sueño para los niños de inicial (es decir, al menos 10 horas) y asegurarles, dentro de sus posibilidades, una nutrición balanceada. Según Rivara, “entusiasmarlos día a día, ayudarlos en sus actividades y compartir con ellos la alegría y la emoción del regreso a clases” hará que los menores puedan adaptarse mejor a la presencialidad.
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