Científicos británicos han descubierto una serie de extraños torbellinos de agua en los mares de Australia y de Sudáfrica.
(Agencia N+1 / Beatriz de Vera). En el océano, es relativamente común la existencia de enormes remolinos de cientos de kilómetros de ancho. Pero dos de estos vórtices gigantes girando en tándem es algo que, hasta ahora, nunca se había observado en la naturaleza. Un equipo de científicos de de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) ha registrado este extraño fenómeno en la dinámica de fluidos, que solo se había predicho teóricamente.
El trabajo, que se publica en Geophysical Research Letters, describe cómo dos remolinos conectados en espiral en direcciones opuestas recorrieron durante seis meses el Mar de Tasmania. Estos pares de torbellinos de hilatura se llaman modones, y aunque los científicos han predicho durante décadas que podrían formarse en el océano, nadie había visto ninguno, hasta que estos científicos analizaron las imágenes satelitales de los océanos de Australia.
"Los remolinos marinos casi siempre se dirigen hacia el oeste, pero al emparejarse pueden moverse hacia el este y viajar diez veces más rápido que un remolino simple, por lo que llevan agua en direcciones inusuales al otro lado del océano", explica el oceanógrafo Chris Hughes.
Teletransporte en el océano
Los satélites habían estado registrando estos fenómenos arremolinándose debajo de ellos durante al menos un cuarto de siglo, pero nadie se había dado cuenta de lo que eran. El equipo escaneó imágenes satelitales que datan de 1993 y encontraron evidencia de nueve modones distintos: ocho girando alrededor de Australia y uno formándose en el Océano Atlántico, al suroeste de Sudáfrica.
Si bien todavía hay muchas cosas que no se comprenden acerca de esta fusión, el equipo cree que los vórtices podrían unirse al chocar entre sí en el océano. Cuando los dos remolinos se entrelazan, sus colas unidas forman un vórtice en forma de U debajo del agua, que puede mantenerse unida durante hasta seis meses antes de desmoronarse.
Dadas las velocidades extremas que generan estos remolinos dobles, en comparación con las corrientes oceánicas o los remolinos únicos, los investigadores especulan que incluso podrían actuar como una especie de trampa, atrapando y transportando lo que sea succionado a aguas distantes en cualquier otro lugar, por lo que transferir no solo agua de un lado a otro del planeta, sino también calor, minerales, nutrientes y organismos, en una suerte de agujero de gusano al que algunas especies podrían incluso adaptarse.
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