Aunque parezca incorrecto decirlo en estos momentos tan dramáticos para la humanidad, si existe un sector que se ha venido beneficiando con la pandemia de la COVID-19 es justamente la ciencia y la tecnología, no solo en la percepción de la sociedad por las innegables contribuciones de miles de científicos que vienen realizando denodados esfuerzos por desarrollar vacunas, medicamentos, equipos biomédicos, equipos de protección personal, softwares predictivos y de seguimiento y control de la pandemia incluso con aplicaciones de inteligencia artificial, entre otros avances, sino también porque la tecnología, en especial las TIC (tecnologías de información y comunicación), ha permitido que la Humanidad siga, aunque con restricciones, realizando sus actividades económicas (productivas y comerciales) y también su relacionamiento social, tan importante en tiempos de aislamiento.
Hasta diciembre de 2019, el futuro del mundo estaba orientado hacia dos grandes ejes de desarrollo: por el lado tecno-económico, la Cuarta Revolución Industrial (4RI), y por el lado social-ambiental, el cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). En siete meses, vemos cómo la 4RI ha perdido mucho de su componente “industrial”, que viene siendo reemplazado por la Transformación Digital, a tal punto que ya se escuchan voces que quieren emitirle un certificado de defunción a la 4RI, que sería una víctima más de la COVID-19, pues la Transformación Digital ha ganado tanta fuerza, a través de la virtualización de los procesos económicos y sociales, que ya se habla de la Primera Revolución Digital (1RD).
Ahora que ya estamos comenzando a vivir en la “nueva normalidad”, que no solo tiene que ver con los procedimientos sanitarios a cumplir para evitar el contagio, sino que también rige sobre todas las actividades económicas, la 1RD comienza a manifestarse a través de algunos fenómenos: desmaterialización de activos, la virtualización de procesos (incluyendo aquéllos vinculados con el trabajo humano), la necesidad de ubicuidad en el espacio-tiempo, la reducción de costos de transacción, la instantaneidad del intercambio de bienes y servicios, la toma de decisiones mediante inteligencia artificial, entre otros.
Si bien todos estos cambios ya venían ocurriendo antes de diciembre de 2019, en estos meses del 2020 y como resultado de la pandemia, estos fenómenos no sólo se aceleraron sino que, y esto es quizás lo más importante, se están instalando fuertemente en nuestra cotidianeidad, por lo que ya forman parte de la “nueva normalidad” que viviremos a partir de ahora: teleeducación, telesalud, empleo del gobierno electrónico y del trabajo remoto, videoconferencias y videollamadas como medios de comunicación intra e inter-empresarial, etc.
Y ya también se vienen apreciando sus primeros efectos: cierre de empresas que no pueden adaptarse a la “nueva normalidad”, eliminación de puestos de trabajo (por el aforo reducido y porque no pueden trasladarse a la modalidad remota), el trabajo en casa (que ha requerido la creación de espacios de trabajo al interior de las viviendas), la reducción de las necesidades inmobiliarias de las empresas (por la difusión del teletrabajo), el incremento (aún no exento de problemas) del comercio electrónico y de la entrega a domicilio (delivery), la necesidad de mejores servicios de telecomunicaciones (mayor cobertura y ancho de banda real principalmente), entre otros.
El común denominador para atender estas nuevas demandas de bienes y servicios son las llamadas “tecnologías transformadoras”, principalmente aquellas generadas por la evolución de las TIC: internet de las cosas (5G), big data, blockchain, realidad aumentada, realidad virtual, e inteligencia artificial. Todas ellas están cambiando la forma de hacer negocios e incluso, los estilos de vida. En una “nueva normalidad” basada en la distancia social, la reducción al mínimo del contacto personal, la máxima aplicación del comercio electrónico y del trabajo remoto, se presentan como las principales fuerzas que moldearán nuestro futuro próximo. De ellas seguiremos escribiendo en las próximas columnas.
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