Por una interesante casualidad, Colombia y Perú han lanzado con días de diferencia sus Visiones país al 2050. Nadie puede negar que ambos documentos han sido resultado de largos procesos participativos donde se han tomado en cuenta opiniones de muchas personas, que con muy buena intención han contribuido con sus ideas sobre el futuro y que esperan que las próximas generaciones lleguen a vivirlas. El gran problema que detecto en ambos documentos es que el año 2050 se parece mucho al 2022, o por lo menos, es una versión más refinada tecnológicamente que lo que vivimos en el 2022.
Los prospectivistas –sí, aquellos que ejercemos la ciencia prospectiva– sabemos que los próximos 28 años (la distancia que nos separa del 2050) producirá muchos más cambios en la economía, en la sociedad y en los individuos que en los 60 años anteriores al presente. ¿Se imaginan cómo era el mundo en los primeros años de los 60? Recién despegaba la era espacial, las computadoras eran tan grandes que llenaban enormes habitaciones y hacían cálculos limitados, Chile se preparaba para organizar la Copa Mundial de Fútbol con 16 selecciones, se puso en venta la primera píldora anticonceptiva, se construía el Muro de Berlín, y los Estados Unidos y la Unión Soviética casi inician una guerra nuclear por los misiles instalados en Cuba. Ese era el mundo hace 60 años, un mundo sin laptops, ni celulares, ni internet, ni redes sociales, ni Netflix. Muchas veces nos preguntamos, ¿cómo se podía vivir así?
Ahora los desafío a que en los próximos minutos piensen cómo será la vida en el 2050. Posiblemente, nuestra alimentación tendrá un fuerte componente de comida preparada industrialmente y/o en laboratorios que nos asegurarán una dieta balanceada; los alimentos naturales seguirán existiendo, pero serán mucho más caros. La gran mayoría de las naciones buscará la seguridad alimentaria (producir los alimentos que consume) gracias a la ayuda de la tecnología, como invernaderos verticales con energía solar y principalmente, biología sintética (almidón de celulosa, leche y carne sin vacas, por ejemplo). Se reducirá drásticamente el comercio internacional de alimentos, porque habrá una oferta local capaz de atender una buena parte de la demanda. Gran problema para los países que hoy exportan granos, hortalizas y frutas. ¿Conocen alguno?
Cada día saldrán de los laboratorios nuevos materiales nanoestructurados con características superiores a los metales y polímeros actuales, es decir, 100% reciclables, no cancerígenos, altamente duraderos y resistentes, transparentes si lo requieren y de poco peso y precio. Posiblemente los automóviles del futuro, los que aún rueden por el suelo como los que surquen los aires, serán confeccionados principalmente por algún material de la familia del grafeno, desde el chasis y la carrocería, pasando por la cablería, los parabrisas y las llantas que serán huecas, y claro está, las baterías. Autos seguros sin conductor humano que nos llevarán a donde queramos.
Gracias al desarrollo de la inteligencia artificial y de la biotecnología, todos dispondremos de nuestro genoma y sabremos a qué enfermedades seremos más susceptibles a lo largo de nuestras vidas, así como que alimentos no serían los más indicados consumir. Con esa información, la esperanza de vida se extenderá y si alguien murió antes de cumplir 100 años, diremos: ¡se murió joven!
La educación de calidad ya no será un privilegio. Tendremos a nuestro alcance la mejor educación disponible, gracias a las innumerables plataformas educativas virtuales, siempre que tengamos la voluntad y las ganas de estudiar, y conexión a internet; incluso con las interfases cerebro-cloud computing, no necesitaremos de computadoras o de un dispositivo externo como el celular, nos comunicaremos directamente con las plataformas de enseñanza, noticias, entretenimiento y redes sociales.
Todo esto gracias a que tendremos exceso de energía por las múltiples fuentes renovables de las que dispondremos (hidráulica, solar, aérea, mareomotriz, hidrógeno, geotérmica, etc.).
Si ese es el futuro que nos espera el año 2050, ¿cuál será el rol que jugarán nuestros países en ese momento? No olvidemos que la economía y la sociedad del 2050 se moverá en multiversos, que las empresas venderán y comprarán sus productos y servicios en este universo físico y en miles de universos paralelos, empleando criptomonedas y otros activos no fungibles a manera de trueque digital. Imagínense el problema que tendrá la SUNAT del 2050 para calcular los impuestos de las personas naturales y jurídicas, cuando cada una de ellas tenga decenas de avatares con diferentes nombres (nicknames). Tal como lo señala, Yuval Harari, el incentivo para su desarrollo será que no existirán mayores regulaciones en esos universos paralelos.
Ese futuro llegará y debemos estar preparados. ¿Necesitamos replantear los planes nacionales al 2050 que no los contemplan? Les dejo esa pregunta.
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