"Ojalá que se cumplan tus deseos" es una maldición oriental. Sí, una maldición y no un buen augurio, cuando se trata de deseos para los cuales uno no se ha preparado bien. Maldición que podría ocurrirle a algunos de los candidatos a las elecciones peruanas del 2026.
Aunque no lo parezca, “Ojalá que se cumplan tus deseos” es una maldición oriental. Sí, una maldición y no un buen augurio, cuando se trata de deseos para los cuales uno no se ha preparado bien. Maldición que podría ocurrirle a algunos de los candidatos a las elecciones peruanas del 2026, para quienes está dirigida esta mirada positiva.
¿Para esos candidatos sería lo peor salir elegidos? Sí, porque apenas asuman, su satisfacción se convertirá en preocupación, cuando todos le reclamen por sus promesas incumplibles de campaña, cuando sientan que no tienen preparación para el cargo, o vean que no disponen de un equipo capaz y leal para ayudarlo y defenderlo. Y cuando haya millones de ojos controlando sus ineficiencias o posibles actos de corrupción.
¿No cree usted, paisana, paisano, que hoy el presidente Humala, el presidente Toledo, el presidente Kuckzynski o incluso el presidente Castillo dirían que tuvieron suerte al ser elegidos para el cargo? Sin duda todos ellos —además, en otro nivel, de la señora Susana Villarán— estarán pensando más bien que fue una maldición el que se cumpliera su deseo de ser autoridad.

Por eso este mensaje, dirigido a los 43 partidos inscritos para las elecciones de abril del 2026, es que le den una mirada positiva a la posibilidad de hacer alianzas con candidatos que tengan más opción de ser elegidos y, sobre todo, más preparación para desempeñar ese puesto. Si lo hacen, no solo dormirán más tranquilos desde ahora y le harán un gran servicio a su futuro y al de su familia, sino que harán felices a millones de peruanos que tendrán un poquito menos de dificultad para elegir entre los 43 partidos que podrían ponerse en la próxima boleta de votación. Porque en el muy improbable caso que ganen, hasta la mitología les recuerda que los deseos deben ser razonables. Que no les vaya a ocurrir como al rey Midas, que, queriendo ser inmensamente rico, pidió que lo que tocara se convirtiera en oro, pero cuando se le cumplió el deseo murió de hambre, pues todos sus alimentos se convertían en ese precioso metal.
Pero paisano, paisana, si los partidos menos preparados no ponen a reflexionar para formar alianzas que faciliten el voto, ¿cómo cree usted que los ciudadanos debemos prepararnos para ayudarlos a que no se les cumplan sus deseos en el 2026?