“Vivir días llenos… la vida es corta”, fue una de las últimas frases que Antonia
Luzmila Rivas López, más conocida como la hermana Aguchita,
una religiosa de la comunidad de Nuestra Señora de la Caridad del Buen
Pastor, quien ha sido beatificada el 7 de mayo en La Florida, en San
Ramón.
Pero, ¿que llevó a esta mujer de 70 años a ser beata? Su vida y también su
muerte, pues fue mártir: La primera víctima peruana de la Iglesia Católica
asesinada por el grupo terrorista Sendero Luminoso. La hermana Aguchita
nació en Cora Cora, Ayacuho, el 13 de junio de 1920.
Descubrió su vocación cuando era muy jóven en la Congregación del Buen
Pastor. Ella siempre quiso ser misionera. La mayor parte de su vida la vivió en
Barrios Altos, donde la congregación tuvo su primera casa. Ahí se encargaba
de la lavandería para el sostenimiento de la comunidad y de la formación de
jóvenes.
Posteriomente, vivió en la Casa Reina de la Paz, donde las religiosas
tienen una casa para madres adolescentes. “A mis 19 años, cuando yo era
novicia tenía que hacer trámites y me perdí un paseo de la comunidad”,
recuerda la hermana Marlene Acosta, actual provincial de la comunidad Buen
Pastor en el Perú.
“Cuando llegué a casa, encontré a la madre Aguchita sentada tejiendo. Me dijo:
te estoy esperando. Me calentó la comida y me preguntó como me había ido”,
recuerda la religiosa Marlene Acosta. Esto ocurrió apenas cinco meses antes
de la muerte de la madre Aguchita.
A los 68 años fue enviada como misionera a La Florida, en San Ramón,
provincia de Junín. Un 27 de setiembre de 1990, Sendero Luminoso terminó
con la vida de la madre Aguchita y otras seis personas más que eran muy
valoradas por la comunidad.

“Nunca la vimos dando conferencias ni entrevistas. Ella siempre fue de las mujeres escondidas, de las que estaba en la cocina con los cucharones, con las ollas, con sus lechugas y caminando con la gente. Siempre tenía una palabra para cada persona”, explica la hermana Marlene Acosta.
“Enseñaba a las jóvenes a hacer tortas. Como no tenía materiales, utilizaba latas de atún bien lavadas como moldes. Ella reciclaba todo. Utilizaba las cáscaras de verdurras para hacer las compostas para la tierra. Era amante de la ecología, cuidaba las plantas y flores”, recuerda la hermana Marlene.
Para Sendero Luminoso, Aguchita era “cabeza negra”, es decir, un peligro para
la comunidad. La razón: haber entregado su vida a Dios y al prójimo. La
religiosa se dedicó a enseñar a las jóvenes diversos oficios como la horticultura
a preprarar dulces, entre otras labores para revalorar el papel de la mujer.
Después de perpetrado el asesinato de la religiosa y otras seis personas, la
congregación del Buen Pastor se retiró de La Florida, pero regresaron en el
2017 por recomendación de Mons. Gerardo Zerdin, obispo del vicariato de San
Ramon, para continuar con el proceso de beatifiación la hermana Aguchita.
“Actualmente son tres religiosas que viven en La Florida. Ellas experimentan la
intercesión de la beata Aguchita, en los asuntos temporales”, comenta Marlene
Acosta. Las religosas del Buen Pastor han retomado con éxito el trabajo en La
Florida con diversos talleres, como reforzamiento escolar, biohuertos, etc.
Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor es una congregación fundada
por Santa María de Eufrasia en el siglo XVIII. Actualmente, tienen dos ramas:
una contemplativa y otra apostólica. Está presente en 70 países. En el Perú, la
congregación del Buen Pastor está en Lima, Cajamarca, Cuzco, Chiclayo,
Chimote, Arequipa, Tacna, Huancayo y La Florida en San Ramón, Junín.
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