La bailarina rusa, una de los símbolos de la danza clásica, falleció el sábado en Múnich de un infarto a los 89 años.
El mundo de la cultura llora la muerte de Maya Plisétskaya, una bailarina universal que no dudó en enfrentarse a las autoridades soviéticas y ayudó a popularizar ese arte, considerado un patrimonio nacional ruso.
"Para todos nosotros seguirá siendo el incomparable cisne ('El lago de los cisnes'), la apasionada y cariñosa Carmen, la inimitable Anna Karenina y la ligera Kitri ('Don Quijote')", dijo Vladímir Medinski, ministro de Cultura ruso.
En un país donde el ballet es una religión e incluso la llegada de los bolcheviques al poder no impidió que se convirtiera en uno de los mayores orgullos nacionales pese a tratarse de una tradición típicamente burguesa, Plisétskaya era admirada por todos, expertos y neófitos, artistas y políticos.
Apenas media hora después de que se conociera la muerte de la bailarina, el presidente ruso, Vladímir Putin, un conocido admirador de las artes escénicas, ya había emitido un telegrama de condolencia.
Incluso después de dejar Rusia para trabajar en el extranjero, Plisétskaya no perdió la admiración de sus compatriotas, que recuerdan siempre su cisne con la música de Chaikovski de fondo como la cumbre del ballet ruso.
Plisétskaya era el centro de todas las conversaciones en el teatro Bolshói, a cuyas puertas estallan a veces discusiones tan acaloradas entre aficionados y diletantes como frente a un estadio de fútbol.
De hecho, el Bolshói, considerado unánimemente la catedral mundial del ballet, rindió tributo a Plisétskaya con un minuto de silencio antes del espectáculo "La dama de las camelias".
Precisamente en ese teatro, Plisétskaya labró su fama cuando comenzó a bailar en él en 1943, con apenas 17 años de edad, y sustituyó a la mítica Galina Ulánova como "prima ballerina" en 1960.
"Gran mujer, gran bailarina, extraordinario individuo. Eso lo sabían no solo en Rusia, sino en todo el mundo: Plisétskaya era el símbolo del ballet ruso del siglo XX", dijo Vladímir Urin, director del Bolshói.
Su longevidad -se retiró a los 65 años como "prima ballerina" del Bolshói- le permitió influir en bailarines de varias generaciones, como los ya retirados Nikolái Tsiskaridze, antigua estrella del Bolshói, y el argentino Julio Bocca.
"Maya nunca se quejaba de su salud, era una fuente de energía. Se ha ido nuestra diosa, símbolo de todo el mundo del ballet. Pero ella estuvo, está y estará siempre con nosotros ¡Ave María!", dijo Diana Vishniova, estrella del teatro Marinski de San Petersburgo.
España, país que le concedió la ciudadanía tras dirigir la compañía nacional de danza (1987-1990), Francia, Alemania o Japón rindieron hoy memoria al "cisne" por antonomasia.
Su última volunta,d hecha pública hoy por su esposo, el cuerpo de Plisétskaya será incinerado y sus cenizas esparcidas en Rusia.
EFE
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