En conversación con RPP Noticias, Isabel Rey relató sus inspiradores inicios como intérprete de lengua de señas hasta su actual labor en distintos canales de televisión.
Los vemos encerrados en un recuadro, en la esquina derecha de la pantalla chica. Mueven las manos mientras un conductor de televisión habla. Guardan silencio todo el tiempo. Y aunque su labor suele pasar inadvertida ante la mayoría de televidentes, los intérpretes de lengua de señas juegan un rol clave en estos días de pandemia del nuevo coronavirus.
Lo sabe mejor que nadie Isabel Rey, intérprete con más de 25 años de experiencia, que en conversación con RPP Noticias detalló lo que hace falta para llevar a cabo este trabajo. “Un intérprete de señas debe ser una persona responsable, puntual, con amplitud de conocimiento tanto cultural como propia de la comunidad sorda, por si no la conoces ni sabes cómo se desenvuelve, difícilmente podrás hacer una interpretación”, señaló.
Para alguien que traduce información en tiempo real, el mayor desafío pasa por ser lo más transparente posible. De allí que Rey destaque la necesidad de contar con un código de ética, como todo profesional. “No puedes añadir ni quitar información. No puedes dar tu opinión. Hay mucha responsabilidad cuando uno hace el servicio de interpretación”, manifestó.
Hoy que las fake news sobre la COVID-19 se propagan al mismo ritmo que esta infección, las palabras de la intérprete cobran un carácter de urgencia. Y es que son pocos los canales en señal abierta que brindan este tipo de servicio a la comunidad con discapacidad auditiva del Perú. ¿Cómo se forja una vocación como la de Isabel Rey? Para ella, todo inició en un partido de baloncesto.
LA BASQUETBOLISTA CURIOSA
De chica, Isabel Rey era una apasionada del básquet. Jugaba en la selección de su colegio y, una vez terminada la secundaria, continuó desempeñándose como basquetbolista en la liga superior. Hasta que llegó un partido que le cambiaría la vida e hizo que su atención se pusiera por encima de las canastas.
“En el equipo rival, vi a alguien que para mí, en ese momento, hacía cosas sin sentido”, contó a RPP Noticias. “Después de un tiempo, algo se le perdió a esa persona y empezó a mover las manos y dar gritos un poco extraños. Pensé que estaba loca, pero una compañera de equipo me dijo que ella era sorda”, añadió.
La curiosidad puede ser un combustible potente para derribar prejuicios. Y tras aquel partido, Isabel Rey se quedó llena de incógnitas. “¿Cómo entiende la explicación del entrenador? ¿Cómo se comunica? Muchas preguntas que no sabía cómo responder”, indicó. Con el tiempo, una amiga le mostró el aviso de un periódico que promocionaba clases de lengua de señas.
“Como los campeonatos son cada año, aprendo lengua de señas y el próximo año, cuando me encuentre con ella, le pregunto todo esto. Esa fue mi motivación para aprender”, expresó Rey, tras reconocer que su vocación fue fruto de un evento fortuito.
CONTACTO CON LA COMUNIDAD
El aviso del periódico la llevó hasta la Unión Bíblica del Perú, una asociación civil cristiana conocida por formar a personas en el idioma de señas. “Tenían un programa para niños sordos y, a la par, enseñaban esta lengua al público en general. Ahí empecé a estudiar y a aprender sobre la comunidad sorda, quiénes son, cuáles son sus necesidades”, señaló Isabel Rey.
Aprender a cabalidad la manera en que los personas con discapacidad auditiva se comunican le tomó un promedio de cinco años. Y es que, según Rey, “es un idioma con una estructura como la de cualquier otro”, con una gramática exigente para sus traductores. Si bien existen cursos que prometen acceder a este conocimiento en un lapso de 8 a 10 meses, estos sirven solo para una comunicación primaria.
Como todos los intérpretes de lengua de señas en el Perú, Isabel no cuenta con una formación profesional propiamente dicha, pues no existe una carrera. “Somos empíricos, aprendimos por el contacto con la comunidad, por estar sumergidos con ellos y por estudios en congresos de otros países”, aseguró.
Así, sus primeros trabajos fueron en voluntariados: uno en un colegio de Villa El Salvador y otro en el mismo programa de la Unión Bíblica. “Muchas veces nos llamaban de la comisaría, del Poder Judicial, porque necesitaban apoyo”, relató. Hasta que, gracias a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, sus labores comenzaron a ser remuneradas.
UNA COMUNIDAD CON URGENCIAS
Como toda lengua, la de señas también se mantiene viva, cambia de generación en generación. Y mantenerse actualizado requiere de una formación activa. Por ello, en el 2007, Isabel Rey viajó a España para asistir a un congreso organizado por la Asociación Mundial de Intérpretes de Lenguas de Señas (Wasli).
“Ese congreso fue para mí estupendo, porque se congregaban intérpretes de todos los países del mundo”, dijo a RPP Noticias. Y, precisamente, gracias al programa de mentoría de la Wasli, que consiste en apoyar a países que no estén lo suficientemente desarrollados en temas de interpretación, Rey y otras personas pudieron crear, en el 2009, la Asociación de Intérpretes del Perú (Asisep).
Tras renunciar en el 2011 a la Unión Bíblica, Isabel fundó también su propia empresa: IR Intérpretes. “Hoy podemos decir que podemos vivir de la interpretación de lengua de señas”, apuntó quien, además de brindar servicios a canales como Latina o TV Perú, se preocupa también por las urgencias que atraviesan las personas con discapacidad auditiva.
La intérprete sabe que proteger el idioma de señas debe reflejarse en acciones que potencien la educación de las personas sordas en el Perú. “Hoy no hay material en lengua de señas ni diccionarios. No tiene investigación ni difusión y eso limita mucho la educación de los niños sordos. Ellos necesitan una formación bilingüe, donde primero aprendan su lengua y luego la del país”, puntualizó.
En un país que todavía le da la espalda a una colectividad conformada, según el último censo, por más de 450 mil personas, no brindarles la preparación que necesitan es condenarlos a la invisibilidad. Como concluyó Isabel Rey: “Si tienen buena educación, tendrán acceso a un buen trabajo. Y serán ciudadanos como todos, no ciudadanos de segunda categoría”.
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