Al año recibe entre S/180 y S/200 millones de soles por aporte del canon gasífero, pero ese dinero no se ha podido usar para mejorar la calidad de vida.
Mientras el alcalde de Megantoni, el distrito más rico del Perú, presenta los resultados de los primeros 100 días de su gestión en el colegio de Camisea, diez niños saltan y juegan alrededor en los sube y bajas, columpios y resbaladeras.
Ellos no lo saben, pero de esos diez niños al menos siete tiene desnutrición crónica.
“Yo quiero preguntarle al alcalde cuál va a ser su estrategia para contra la anemia y la desnutrición en la zona, bien es sabido que los niños megantonianos tienen deficiencias en sus niveles de hemoglobina”, interviene Fermín una de las doscientas personas presentes en la audiencia.
El alcalde dice que él no es médico, pero que trabajarán para que en el distrito exista un hospital, ya que las comunidades solo tienen centros de salud y el hospital más cercano no es accesible fácilmente.
¿Cuán lejos está el hospital?
Guillermo Vilca Cáceres médico de la comunidad nativa de Camisea, capital del distrito, hace los cálculos.
“En Kirigueti, por ejemplo, necesito referir a un paciente con una fractura expuesta. Tiene que ser trasladado y tengo dos opciones, o lo llevo a Lima o lo llevó a Quillabamba que es el centro más cercano”, comenta.
Guillermo sabe que para llevar ese paciente a Lima se tiene que salir en avión desde el campamento de Las Malvinas de Pluspetrol y que los vuelos dependen del clima. Se tiene que coordinar con la gasífera, con el hospital en Lima y con el médico que recibirá al paciente. Si no es factible, se le tiene que derivar a Quillabamba.
“De Kirigueti son seis o siete horas en promedio a Ivochote. Y de de ahí hasta Quillabamba son seis horas más, pero la carretera no es adecuada para transportar al paciente", comenta. "Si un paciente tiene una enfermedad más grave tienen riesgo de morir", agrega.
En Kirigueti, una de las 28 comunidades de Megantoni, no se podría atender a una persona con enfermedad grave, a pesar de que cuentan con más profesionales que otras comunidades.
“En Kirigueti tenemos seis especialistas, una doctora que está haciendo su SERUM, tres enfermeras, obstetrices”, comenta Narciso, el representante legal de dicha comunidad. “La doctora que tenemos solo durará un año en la comunidad, no hay una médico con contrato”, agrega.
Banco de oro
Al año, Megantoni recibe entre 180 y 200 millones de soles como parte del canon gasífero. Sin embargo, ese dinero se puede usar solo para obras de infraestructura.
Así se han construido casas comunales, colegios, embarcaderos y otras obras en las comunidades. Sin embargo, el hospital no llega aún, porque no se ha definido donde se podría construir y porque no se puede hacer uso del canon para mantenerlo.
“Nosotros quisiéramos que se nos libere parte del canon para poder pagar maestros y pagar médicos. No queremos que se cambie la ley, sino que se nos dé una directiva de que podemos hacerlo a nivel distrital”, comenta Daniel Ríos, alcalde del distrito.
Megantoni literalmente está sentado en un banco de dinero pero gestionarlo se les hace complicado. No solo por el candado de la ley, sino también por lo distante que están una comunidad de la otra y porque todavía falta ‘ordenar la casa’.
El distrito no tiene ni tres años de creado y antes pertenecía a Echarati, en su momento, el distrito más grande del Perú.
"Ya estamos con 20 años de exploración y exploración de los recursos y qué ha cambiado, nada. Con la creación del distito de Megantoni nos dijeron: nosotros vamos a manejar nuestros recursos, pero creo que nos siguen haciendo cuento", se queja Narciso, de Kirigueti.
En su comunidad el 70% de casas tiene agua entubada, que pasa por un proceso de limpieza pero que no es apta para consumo directo. No tienen desagüe, sino que solo usan pozos sépticos. En Camisea, capital del distrito, tienen luz eléctrica, en Kirigueti no.
"El gas es nuestro"
El actual alcalde de Megantoni, Daniel Ríos, fue uno de los impulsores de que el distrito se separe de Echarati, porque las comunidades se quejaban de poca representación.
No ha sido alcalde desde siempre, sino desde enero pasado y es el primer alcalde del distro que cumplirá los cuatro años de gestión.
El reconocimiento de los recursos de Megantoni, sin embargo, sigue ninguneado, a pesar de la creación del distrito.
“Cuando vamos a Cusco el gobierno regional dice que el gas es suyo. Pero el gas es nuestro y tenemos que trabajar para tener reconocimiento”, dice Daniel frente a los comuneros.
“Nosotros ahorita despúes del gas vamos a ser mas pobres. Abramos nuestros ojos hoy para poder decir: sí, a nosotros nos pertenece el gas”, alienta a la gente.
Las necesidades de Megantoni se cuentan por montones.
A la falta de hospital y el 70% de desnutrición infantil se le une que no se cuenta con saneamiento básico adecuado.
“Así como lo ves, en Camisea no están tan bien, hay otras comunidades como Kirigueti que están mejor, el setenta por ciento tiene agua entubada, pero no tenemos electrificación como aquí”, comenta Narciso, de Kirigueti.
El alcalde sabe que no hay saneamiento y por ello no quiere celebrar el aniversario de Megantoni el próximo 16 de julio.
“Vamos a hacer fiesta cuando haya que celebrar algo. Por el momento cómo vamos a celebrar si mis hermanos no tiene saneamiento, no tienen salud, no tienen educación, primero hay que conseguir eso y luego celebramos”, dice y la gente lo aplauda frente al escenario.
Otro gran problema
El teniente Wilmer Cabrejo, el primer comisario de Megantoni, cuenta que la delincuencia no es un problema en la zona.
“A veces se roban un bote o una chalupa, pero pasa pocas veces. El tema de seguridad social que más preocupa es el alcoholismo”, cuenta.
Y ese alto consumo de alcohol no llega solo, llega con violencia.
“Tú mismo te das cuenta, toda la noche bulla, alcoholismo. Ese es un problema que nos está llevando a un fracaso total. Si hay alcoholismo hay violencia familiar y eso nos puede llevar a un fracaso total. ¿Eso queremos?", comenta Narciso, de Kirigueti.
Para combatirlo, los jefes de comunidades han decretado que a partir de las 10 y 11 de la noche no se puede comprar alcohol en las comunidades, una medida que se aplica, sobre todo, a los trabajadores de la municipalidad y de las grandes empresas extractivas que viven o están de paso por algunas comunidades.
En Megantoni, los estatutos de las comunidades están, todavía, por encima de las normas del Estado.
“No hay que olvidarnos que la gobernanza de las comunidades está en manos de los jefes de la comunidad. No nos olvidemos que aunque cada comunidad tiene un residentes de la municipalidad, la comunidad les pertenece a los comuneros”, dice Daniel Ríos en reunión con residentes de la municipalidad, los encargados de las obras locales.
"Si el jefe de la comunidad dice que no se puede tomar se tiene que respetar", agrega.
Por eso mismo, las denuncias de violencia también pasan por las normas comunales, que muchas veces impone sanciones físicas.
“Trabajar en que esos actos sean identificados como delitos es algo que va a tomar tiempo, pero que se tiene que lograr en algún momento”, comenta el comisario de Megantoni.
El día de audiencia ha terminado, el alcalde y sus funcionarios salen del colegio de Camisea firmando el acta de asistencia. Luego saldrán a cenar, se harán coordinaciones para entregar peque peques y motocarros para diez centros de salud.
Las doscientas personas que asistieron tendrán que repartirse entre las 80 camas de hospedajes y más de cien colchones que habilitará la municipalidad en la casa comunial.
"Es bueno y necesario que la gente participe y los apoyamos con lo que necesiten para venir", cuenta Daniel.
Mientras todos van a sus camas se escucha a lo lejos a personas reunidas riendo y conversando. Seguramente están alrededor de una cerveza. Un día más en el distrito más rico del Perú.
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