El amor en tiempos de la soledad

A diario, el ser humano se ve enfrentado entre lo que desea y la realidad. ¿Cómo hacerse cargo, hoy en día, de la angustia que se esconde en lo más profundo de nuestros deseos? Hoy en Era Tabú, el Dr. Fernando Maestre hablará sobre el amor en los tiempos de la soledad.

Dentro del psicoanálisis, el deseo tiene una definición distinta a la que comúnmente se maneja. El deseo representa aquello que no tenemos y que por eso deseamos. 

El psicoanalista Paul Verhaeghe, en su libro “El amor en los tiempos de la soledad”, plantea una relación entre el concepto del deseo y la conducta sexual del ser humano. Por ejemplo, el hombre que se siente atraído por aquella mujer que lo trata mal, se burla de él, que no se somete; en otras palabras, que no puede ser suya. En el caso de las mujeres, ellas se sienten fuertemente atraídas por aquellos hombres que se muestra inaccesible y con quienes no pueden más que soñar.

Los seres humanos solemos “desear lo que no queremos y codiciamos lo que no deseamos”. En otras palabras, necesitamos no lo que queremos y codiciamos lo que no necesitamos. Por ejemplo, dentro de una pareja la relación está bien hasta el momento que la mujer empieza a desear algo que no tiene como, tal vez, un hombre que la quiera más o que sea más seductor.

Sin embargo, a veces sucede que cuando se consigue el objeto de deseo, la persona sea hombre o mujer siente sienta la urgencia de huir. Por ejemplo, el hombre que se considera un conquistador y se encuentra con una mujer seductora, puede que en un momento desee huir de ella. Esto se debería a que por más deseo que sienta por ella, es mayor su rechazo a convertirse en un simple objeto de deseo.

Dentro del ámbito de la sexualidad, tanto hombres como mujeres desean ser deseados, pero ninguno soporta sentirse el objeto del deseo del otro. Entonces, hoy en día podríamos preguntarnos lo siguiente: ¿Cómo redefinir el contenido de un amor que jamás pareció tan necesario y, al mismo tiempo, tan problemático?

Finalmente, hay que tener cuidado, pues nuestra vida no puede girar alrededor del deseo, sobre todo, si hablamos en términos de la sexualidad. Marcel Proust decía que “el deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir”. No se debe olvidar que el deseo es un anhelo por algo futuro, algo que no se tiene en el momento. En otras palabras, vivir en el deseo significa olvidar el presente y generar una ansiedad constante de posibilidad placentera de algo futuro. Si vivimos así es probable que no logremos tener una vida placentera con nosotros mismo ni mucho menos con nuestras parejas.

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