Los camposantos se volvieron a llenar de bolivianos aunque, esta vez, con una celebración un poco más "macabra".
Bolivia encaró el final de su particular "semana de los muertos" con una fiesta en los principales cementerios del altiplano en la que las grandes protagonistas son las "ñatitas" o calaveras humanas.
Tras el recibimiento el pasado domingo, día de Todos los Santos, de los "ajayus", las almas de los difuntos, y su posterior despedida un día después en una fiesta en los cementerios, hoy los camposantos se volvieron a llenar de bolivianos aunque, esta vez, con una celebración un poco más "macabra".
Antes de la apertura de las puertas del cementerio, un numeroso contingente policial vigilaba la entrada de los madrugadores fieles que, calavera en mano, esperaban para recibir la bendición religiosa.
Esta peculiar eucaristía, que el año pasado estuvo en medio de la controversia después de que la Iglesia boliviana se negara a ungir con agua bendita los cráneos por considerarlos profanos, se desarrolló sin incidentes, pese al anuncio de que volvería a suceder lo mismo.
El capellán del Cementerio General de La Paz abrió las puertas de la iglesia, y cada hora pronunció una misa para las "ñatitas", pero se ahorró ser él el que las bendijera al dejar agua bendita a las salidas del templo para que los propietarios de las calaveras lo hicieran por su cuenta.
"Ustedes no es que no sean creyentes, son supercreyentes", dijo en su sermón el cura. Porque, a pesar de todo, los asistentes unen con sincretismo las creencias prehispánicas y los rezos católicos.
Esther llegó al Cementerio General de La Paz con José, Santiago, Paola y el recién ascendido a coronel Víctor.
Sus cuatro "ñatitas", cada una en su urna y con un gorrito de lana con su nombre, fueron paseadas por el cementerio seguidas por un nutrido grupo de devotos que quieren compartir con ellas esta festividad.
"Víctor protege la casa. Y sentimos su presencia: en casa se mueven cosas, sabemos que está allí para cuidarnos", aseguró a Efe Esther, que éste es el primer año que tuvo al "coronel" en su comedor.
Y es que el año pasado, otros devotos de esta "ñatita" se la entregaron para que la cuidara, tras 14 años de dejar su paso por la tierra y convertirse en una alma encerrada en una calavera.
Todos los que tuvieron a Víctor en su casa le siguen y festejan durante este día. Y hasta ciudadanos anónimos, sin calaveras en su casa, se acercan al cementerio para rezar a las "ñatitas" y adornarlas con flores y velas en busca de buenos augurios.
Sin embargo, la fiesta no empieza hoy: la víspera se prepara a las calaveras una celebración en una sala de fiestas, se les coloca junto a otros compañeros en un altar lleno de dulces, frutas, velas, hojas de coca y adornado con luces de navidad, y sus seguidores le rezan con devoción.
Por la mañana, en procesión, los fieles llegan con sus calaveras al cementerio para recibir la bendición religiosa, y, una vez conseguida, se sitúan en un extremo del camposanto donde comen, beben, fuman y mascan coca.
Después del mediodía, los grupos de familiares y amigos desinstalan el altar en el cementerio y se trasladan de nuevo a la sala de fiestas para celebrar el "preste", donde siguen rindiendo homenaje a sus "ñatitas". Hasta que el cuerpo aguante.
"Todo para agradecerle que siga protegiendo las casas en las que está, y dando buena suerte a todo aquel que lo tenga", agregó Esther con los ojos medio humedecidos, evitando las lágrimas de devoción.
-EFE
Tras el recibimiento el pasado domingo, día de Todos los Santos, de los "ajayus", las almas de los difuntos, y su posterior despedida un día después en una fiesta en los cementerios, hoy los camposantos se volvieron a llenar de bolivianos aunque, esta vez, con una celebración un poco más "macabra".
Antes de la apertura de las puertas del cementerio, un numeroso contingente policial vigilaba la entrada de los madrugadores fieles que, calavera en mano, esperaban para recibir la bendición religiosa.
Esta peculiar eucaristía, que el año pasado estuvo en medio de la controversia después de que la Iglesia boliviana se negara a ungir con agua bendita los cráneos por considerarlos profanos, se desarrolló sin incidentes, pese al anuncio de que volvería a suceder lo mismo.
El capellán del Cementerio General de La Paz abrió las puertas de la iglesia, y cada hora pronunció una misa para las "ñatitas", pero se ahorró ser él el que las bendijera al dejar agua bendita a las salidas del templo para que los propietarios de las calaveras lo hicieran por su cuenta.
"Ustedes no es que no sean creyentes, son supercreyentes", dijo en su sermón el cura. Porque, a pesar de todo, los asistentes unen con sincretismo las creencias prehispánicas y los rezos católicos.
Esther llegó al Cementerio General de La Paz con José, Santiago, Paola y el recién ascendido a coronel Víctor.
Sus cuatro "ñatitas", cada una en su urna y con un gorrito de lana con su nombre, fueron paseadas por el cementerio seguidas por un nutrido grupo de devotos que quieren compartir con ellas esta festividad.
"Víctor protege la casa. Y sentimos su presencia: en casa se mueven cosas, sabemos que está allí para cuidarnos", aseguró a Efe Esther, que éste es el primer año que tuvo al "coronel" en su comedor.
Y es que el año pasado, otros devotos de esta "ñatita" se la entregaron para que la cuidara, tras 14 años de dejar su paso por la tierra y convertirse en una alma encerrada en una calavera.
Todos los que tuvieron a Víctor en su casa le siguen y festejan durante este día. Y hasta ciudadanos anónimos, sin calaveras en su casa, se acercan al cementerio para rezar a las "ñatitas" y adornarlas con flores y velas en busca de buenos augurios.
Sin embargo, la fiesta no empieza hoy: la víspera se prepara a las calaveras una celebración en una sala de fiestas, se les coloca junto a otros compañeros en un altar lleno de dulces, frutas, velas, hojas de coca y adornado con luces de navidad, y sus seguidores le rezan con devoción.
Por la mañana, en procesión, los fieles llegan con sus calaveras al cementerio para recibir la bendición religiosa, y, una vez conseguida, se sitúan en un extremo del camposanto donde comen, beben, fuman y mascan coca.
Después del mediodía, los grupos de familiares y amigos desinstalan el altar en el cementerio y se trasladan de nuevo a la sala de fiestas para celebrar el "preste", donde siguen rindiendo homenaje a sus "ñatitas". Hasta que el cuerpo aguante.
"Todo para agradecerle que siga protegiendo las casas en las que está, y dando buena suerte a todo aquel que lo tenga", agregó Esther con los ojos medio humedecidos, evitando las lágrimas de devoción.
-EFE
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