A la espera de una vacuna, el lavado de manos, las mascarillas y el distanciamiento social son lo más eficiente para combatir el coronavirus. ¿Pero es eso suficiente cuando decenas de millones de vuelven a las escuelas o lugares de trabajo?
Mientras se espera por la llegada de un tratamiento o de una vacuna contra el coronavirus, el lavado de manos, las mascarillas y el distanciamiento social son lo más eficiente para combatir la COVID-19. Sin embargo, estas medidas no parecen ser suficientes para las personas que ahora retornan a sus labores.
Desde la ingeniería y las tecnologías, investigadores buscan formas de tornar seguros los lugares cerrados que de a poco vuelven a congregar gente cuando aún están en fase de investigación vacunas y tratamientos contra la COVID-19.
A continuación, tres ejemplos:
Filtros con níquel
Los científicos están muy preocupados por la difusión aérea de microgotas con coronavirus a distancias mayores a los dos metros que se recomiendan actualmente.
Filtros de alta eficiencia conocidos como HEPA, cuya tecnología surgió en el mercado en la década de 1950, son ampliamente utilizados en hospitales, laboratorios y aviones. Sus mallas capturan los minúsculos microbios y un ventilador esparce aire limpio.
Pese a su utilidad, los filtros se contaminan y deben ser destruidos. Un equipo de investigadores de la Universidad de Houston y del Laboratorio Nacional Galveston demostraron ahora la eficiencia de un nuevo tipo de filtro basado en una capa ultrafina de espuma de níquel.
Calentando la espuma a 200° Celsius, lograron eliminar en una sala el 99,8% de los virus SARS-CoV-2. La espuma está debidamente aislada por lo cual no recalienta el lugar. El sistema puede ser utilizado en aparatos de aire acondicionado y en unidades móviles. La clave de su eficiencia es cuán rápido puede renovar grandes volúmenes de aire.
Nueva tecnología UVC
Lámparas que operan en un área del espectro luminoso conocida como UVC se utilizan desde hace tiempo para eliminar bacterias, virus y moho, especialmente en hospitales y fábricas de alimentos. El problema es que esa luz puede causar cáncer de piel o dañar la vista.
Investigadores de la Universidad de Columbia trabajan desde hace años en un nuevo tipo de lámpara UVC, cuya longitud de onda de 222 nanómetros las hace más seguras para los humanos pero letales para los microbios.
El mes pasado un equipo encabezado por el médico David Brenner publicó en Scientific Reports un informe que mostró que esa tecnología mata el 99,9% de los coronavirus presentes en el aire.
"Realmente necesitamos algo para lugares como oficinas, restaurantes, aviones, hospitales", dijo Brenner a la AFP.
Revestimiento antiviral
Contraer el virus por contacto es también un riesgo potencial y por eso se insiste en el lavado frecuente de las manos y en desinsectar superficies.
Los revestimientos autodesinfectantes se utilizan desde una década, especialmente en hospitales. Expertos de la Universidad de Arizona propusieron recientemente utilizar más extensivamente ese tipo de revestimiento para frenar al coronavirus.
En 10 minutos, una cobertura antiviral de un polímero de amonio desarrollado por la empresa Allied BioScience redujo en 90% la cantidad de un tipo de coronavirus muy relacionado con el SARS-CoV-19.
Ese revestimiento "desnaturaliza" las proteínas del virus y ataca sus membranas protectoras. La sustancia incolora es rociada en superficies y debe reaplicarse cada tres o cuatro meses.
"No sustituye la limpieza y desinfección habitual pero es una cubertura entre las limpiezas habituales", dijo a la AFP el microbiólogo Charlkes Gerba, que dirigió el estudio.
Sin embargo, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos dijeron que la transmisión por contacto con superficies nos es la principal forma de propagación del virus como inicialmente se pensó.
AFP
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