La balsa de la empresa metalúrgica MAL, de la que ya se fugaron un millón de metros cúbicos de lodos corrosivos, amenaza con ceder.
El ambiente de relativa calma y la esperanza de normalidad que vivía la región húngara afectada por el vertido tóxico del pasado lunes se han visto rotos por la alarma generada tras anunciarse que la balsa de la que ya se fugaron un millón de metros cúbicos de lodos corrosivos amenaza con ceder.
"La situación es muy grave. No queremos crear grandes esperanzas" fue el mensaje que lanzó el primer ministro del país, Viktor Orbán, mientras explicaba a la prensa los motivos para la repentina orden de evacuación esta mañana de los habitantes de Kolontár, la aldea que más afectada se vio por la avalancha del lunes.
La detección anoche de nuevas grietas en la pared de la balsa de la empresa metalúrgica MAL acabó con el optimismo generado ayer tras confirmarse que los lodos cargados de arsénico y metales pesados no contaminarían el río Danubio. Fuentes del dispositivo de emergencia explicaron a Efe que la razón para la nueva alerta son dos grietas de siete centímetros que se han ido agrandando desde anoche.
"Es un cambio dramático", comentó a Efe Gábor Figeczky, director en funciones de la ONG ecologista WWF-Adena. "Esto muestra que toda la estructura de la pared (de la balsa) estaba en mal estado y que no se había comprobado completamente", añadió.
Ayer mismo, Tibor Dobson, el responsable del amplio dispositivo de emergencia, aseguró a Efe que no existían planes de evacuación.
Desde WWW-Aena se ha denunciado que unas fotos aéreas de la balsa tomadas en junio dejan ya ver filtraciones del "barro rojo" generado en la fabricación de aluminio y cuyo poder corrosivo es enorme.
"Esta nueva prueba del estado de degradación de las paredes y la importante filtración, más de tres meses antes del incidente, deberían ser motivo de una investigación urgente, no sólo de este desastre, sino de la situación de otras balsas de residuos tóxicos en Hungría", denunció Figeczky.
Según el responsable de WWF-Adena, en septiembre se realizó una inspección de la balsa en la que no se hicieron pruebas sobre la estabilidad de la construcción.
También el responsable local de Greenpeace, Zsolt Szegfalvi, comunicó a Efe que han recibido numerosas cartas y llamadas que denuncian que durante los últimos años se produjeron filtraciones.
Szegfalvi advirtió asimismo de que la balsa está divida en dos piscinas distintas, separadas por un muro: si una de ellas se vaciara, la presión sobre el muro provocaría su rotura y el vertido desde el otro depósito.
Si los temores se confirman y se produce una nueva rotura en la sector de la balsa ya dañado, se estima que unos 500.000 metros cúbicos de lodo podrían desparramarse de nuevo en dirección a las localidades de Kolontár y Devecser.
Aunque ésta última aún no ha sido evacuada, sus 5.400 habitantes están en estado de alerta ante la posibilidad de desalojo
Orbán recordó a los siete fallecidos y resaltó que no se puede "dejar que esto se repita". La riada del lunes causó también 150 heridos, la mayoría de ellos por quemaduras.
Las autoridades húngaras se apresuran ahora en concluir un dique de piedra y tierra de 400 metros de largo, 20 metros de ancho y cinco metros de altura que actúe como barrera defensiva si se produce un segundo vertido. Las medidas de precaución incluyen, asimismo, la acumulación en Kolontár de yeso y productos químicos que serían usados para neutralizar el barro tóxico.
La cantidad de lodo vertida el lunes apenas supone un 2 por ciento de la capacidad total de la balsa.
Mientras la amenaza toma cuerpo y las autoridades se preparan, varios vecinos afectados dejaron oír hoy sus críticas al Gobierno por la falta de información y la lentitud en la toma de decisiones.
"¿Dónde estaban los policías, los bomberos y las unidades de rescate?", preguntaba con enfado Monika Baranyi, una vecina de Korontár, y recordó que los primeros que llegaron para prestar ayuda fueron vecinos del pueblo.
József Lengyel, otro habitante de la aldea que con más fuerza recibió la avalancha contaminante criticó que hasta el día de hoy nadie les ha explicado la naturaleza venenosa del lodo tóxico.
"A esa casa no volveré porque en cualquier momento puede pasar de nuevo. Sólo volvería si me aseguran que el aire y la tierra están tan limpios como para poder vivir", aseguró Lengyel, empleado de la misma empresa origen del desastre.
-EFE-
"La situación es muy grave. No queremos crear grandes esperanzas" fue el mensaje que lanzó el primer ministro del país, Viktor Orbán, mientras explicaba a la prensa los motivos para la repentina orden de evacuación esta mañana de los habitantes de Kolontár, la aldea que más afectada se vio por la avalancha del lunes.
La detección anoche de nuevas grietas en la pared de la balsa de la empresa metalúrgica MAL acabó con el optimismo generado ayer tras confirmarse que los lodos cargados de arsénico y metales pesados no contaminarían el río Danubio. Fuentes del dispositivo de emergencia explicaron a Efe que la razón para la nueva alerta son dos grietas de siete centímetros que se han ido agrandando desde anoche.
"Es un cambio dramático", comentó a Efe Gábor Figeczky, director en funciones de la ONG ecologista WWF-Adena. "Esto muestra que toda la estructura de la pared (de la balsa) estaba en mal estado y que no se había comprobado completamente", añadió.
Ayer mismo, Tibor Dobson, el responsable del amplio dispositivo de emergencia, aseguró a Efe que no existían planes de evacuación.
Desde WWW-Aena se ha denunciado que unas fotos aéreas de la balsa tomadas en junio dejan ya ver filtraciones del "barro rojo" generado en la fabricación de aluminio y cuyo poder corrosivo es enorme.
"Esta nueva prueba del estado de degradación de las paredes y la importante filtración, más de tres meses antes del incidente, deberían ser motivo de una investigación urgente, no sólo de este desastre, sino de la situación de otras balsas de residuos tóxicos en Hungría", denunció Figeczky.
Según el responsable de WWF-Adena, en septiembre se realizó una inspección de la balsa en la que no se hicieron pruebas sobre la estabilidad de la construcción.
También el responsable local de Greenpeace, Zsolt Szegfalvi, comunicó a Efe que han recibido numerosas cartas y llamadas que denuncian que durante los últimos años se produjeron filtraciones.
Szegfalvi advirtió asimismo de que la balsa está divida en dos piscinas distintas, separadas por un muro: si una de ellas se vaciara, la presión sobre el muro provocaría su rotura y el vertido desde el otro depósito.
Si los temores se confirman y se produce una nueva rotura en la sector de la balsa ya dañado, se estima que unos 500.000 metros cúbicos de lodo podrían desparramarse de nuevo en dirección a las localidades de Kolontár y Devecser.
Aunque ésta última aún no ha sido evacuada, sus 5.400 habitantes están en estado de alerta ante la posibilidad de desalojo
Orbán recordó a los siete fallecidos y resaltó que no se puede "dejar que esto se repita". La riada del lunes causó también 150 heridos, la mayoría de ellos por quemaduras.
Las autoridades húngaras se apresuran ahora en concluir un dique de piedra y tierra de 400 metros de largo, 20 metros de ancho y cinco metros de altura que actúe como barrera defensiva si se produce un segundo vertido. Las medidas de precaución incluyen, asimismo, la acumulación en Kolontár de yeso y productos químicos que serían usados para neutralizar el barro tóxico.
La cantidad de lodo vertida el lunes apenas supone un 2 por ciento de la capacidad total de la balsa.
Mientras la amenaza toma cuerpo y las autoridades se preparan, varios vecinos afectados dejaron oír hoy sus críticas al Gobierno por la falta de información y la lentitud en la toma de decisiones.
"¿Dónde estaban los policías, los bomberos y las unidades de rescate?", preguntaba con enfado Monika Baranyi, una vecina de Korontár, y recordó que los primeros que llegaron para prestar ayuda fueron vecinos del pueblo.
József Lengyel, otro habitante de la aldea que con más fuerza recibió la avalancha contaminante criticó que hasta el día de hoy nadie les ha explicado la naturaleza venenosa del lodo tóxico.
"A esa casa no volveré porque en cualquier momento puede pasar de nuevo. Sólo volvería si me aseguran que el aire y la tierra están tan limpios como para poder vivir", aseguró Lengyel, empleado de la misma empresa origen del desastre.
-EFE-
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