Diversas revelaciones colocaron en una incómoda situación al Ayuntamiento, la policía y los organizadores del evento en que murieron un total de 20 asistentes.
Tres días después de la tragedia de la "Loveparade", y mientras los familiares de las víctimas extranjeras se hallan ya en Alemania para repatriar los restos mortales, crece la presión sobre el Ayuntamiento, la policía y los organizadores por los fallos en la seguridad de la fiesta.
En Duisburgo, la ciudad en la que se produjo el sábado la tragedia, diversas revelaciones colocaron en una incómoda situación al Ayuntamiento, la policía y los organizadores, muy criticados desde los medios de comunicación alemanes por autorizar el evento, en que murieron un total de 20 asistentes, ocho de los cuales extranjeros.
La última fallecida fue una joven alemana que se encontraba en estado muy grave.
Un día después de conocer que los bomberos habían advertido ya meses antes de lo inseguro del emplazamiento de la "Loveparade", un informe de la edición "online" del semanario "Spiegel" destacaba que varios protocolos de seguridad no fueron observados.
De acuerdo con este medio, los organizadores de la "Loveparade" no observaron la anchura mínima prevista para acceso y salida de emergencia.
Asimismo destaca que había quedado claro en el informe preliminar que en ese recinto sólo podían autorizarse concentraciones de hasta 250.000 personas.
Algunas voces críticas subrayaron que una ciudad con escaso medio millón de habitantes y sin recintos para acoger fiestas multitudinarias como lo ha sido siempre "Loveparade", debería haber declinado acoger este evento, como lo hizo el año pasado la vecina Bochum, de parecidas características, precisamente por no sentirse en condiciones de ofrecer la seguridad necesaria.
Pese a ello, Duisburgo autorizó la fiesta en ese lugar para ahorrarse costos de seguridad, ya que buscar un recinto mayor implicaba aumentar el contingente policial, según apuntó a ese medio el presidente del sindicato policial, Rainer Wendt.
Una de las grandes incógnitas sigue siendo la cifra de participantes, y mientras las primeras cifras divulgadas por los organizadores hablaba de 1,4 millones de personas, los responsables de seguridad hablaron de un máximo de 300.000.
El domingo, según se conoció, el alcalde de Duisburg, Adolf Sauerland, que defendió el fin de semana el plan de seguridad del "Loveparade", sufrió agresiones e insultos al acercarse al lugar de la tragedia.
En medio de esa tensión, desde el Gobierno de la canciller Angela Merkel, y mientras los partidos cristianodemócratas (CDU y CSU) solicitaban investigaciones independientes, se instó a no sacar conclusiones precipitadas de los sucesos de Duisburgo hasta no tener informaciones y análisis completos de lo ocurrido.
Hay que tomar medidas para el futuro "y esclarecer hasta sus últimas consecuencias lo ocurrido", enfatizó el portavoz del gobierno, Ulrich Wilhelm, para instar luego a todas las partes implicadas -policía, fiscalía, organizadores y autoridades de Duisburgo- a contribuir en esa labor investigadora.
Wilhelm recordó el compromiso de la canciller Merkel con el esclarecimiento de la tragedia, y anunció asimismo que la cuestión será analizada próximamente en una conferencia de ministros de Interior, entre los titulares del gobierno federal y de los "Länder".
La fiscalía de Duisburgo, que anunció la apertura de sumario por presunto homicidio por negligencia, prosiguió con las declaraciones de testigos presenciales y expertos, por si existieron tales fallos de seguridad.
La "Loveparade", nacida en 1989 en Berlín y convertida con los años en la mayor fiesta tecno del mundo, dejará de celebrarse más, por decisión de los organizadores, tras la tragedia del sábado.
EFE
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