El gran reloj de Westminster, sede del Parlamento británico, empezó a dar la hora por primera vez el 11 de julio de 1859.
El Big Ben, uno de los símbolos más representativos de Londres y del Reino Unido, empezó a dar la hora el 11 de julio de 1859, un cumpleaños que la ciudad celebra hoy por todo lo alto.
Los primeros 150 años de las campanadas del gran reloj de Westminster (sede del Parlamento británico) se conmemorarán esta noche con la proyección sobre la torre de una leyenda: "Feliz cumpleaños Big Ben, 150 años, 1859-2009".
Las conmemoraciones de este aniversario comenzaron el pasado 31 de mayo, fecha en la que se puso en marcha por primera vez el reloj de la torre, y continuarán el 7 de septiembre, cuando se cumplirán 150 años desde que las campanas empezaron a marcar los cuartos con cuatro notas de un pasaje del Mesías de Handel.
Big Ben es el nombre con el que se conoce popularmente a la torre que hay en una de las esquinas del palacio de Westminster, aunque originalmente el nombre designaba a la mayor de las campanas que forman parte del reloj de la torre.
Testigo silencioso de la Historia, la controversia parece formar parte de su estructura, ya que los dos hombres que dirigieron su construcción, el arquitecto Charles Barry y el abogado y relojero aficionado Edmund Becket Denison, tuvieron una tormentosa relación.
No se soportaban y se culpaban de los retrasos y los gastos presupuestarios extra que supuso la puesta en marcha del reloj, que finalmente empezó a funcionar el 31 de mayo de 1859, aunque no fue hasta el 11 de julio cuando la gran campana, con un peso superior a las 10 toneladas, sonó por primera vez.
La polémica duró hasta que el político e ingeniero Benjamin Hall, cuyo nombre es el origen del término Big Ben según algunos historiadores, tomó el control sobre la reconstrucción del Parlamento británico, que se había quemado en 1834.
Mike McCann, el máximo responsable de mantener a punto el reloj, destacó en esta fecha que "después de 150 años el Big Ben todavía tiene un lugar especial en los corazones de los londinenses y del resto del mundo por ser un magnífico ejemplo de la genialidad de ingenieros y constructores".
Además de McCann, otras dos personas cuidan la exactitud del reloj de la torre de Westminster y se encargan de dar cuerda a la gigantesca maquinaria que lo mueve tres días por semana (lunes, miércoles y viernes).
El fin de semana se queda vacío, lo que estuvo a punto de parar el reloj el pasado 2 de febrero, cuando Londres se paralizó a causa de la mayor nevada de las últimas dos décadas.
Aquel día, Paul Robertson, el relojero del Big Ben, tuvo que caminar varias horas con nieve hasta la rodilla hasta encontrar una parada de metro que le llevara hasta las inmediaciones de Westminster a tiempo de volver a darle cuerda.
El Big Ben tiene una altura de 96 metros y cada una de las cuatro esferas del reloj, compuestas por 312 piezas individuales de cristal, tiene un diámetro de 7 metros.
Las manecillas que marcan los minutos en cada una de las esferas fueron originalmente de hierro, pero resultaron ser demasiado pesadas y se cambiaron por otras de cobre. Tienen una longitud de 4,2 metros y recorren al año una distancia equivalente a 190 kilómetros.
Las manecillas que marcan las horas están hechas de bronce de cañón y miden 2,74 metros.
(Foto: EFE)
Los primeros 150 años de las campanadas del gran reloj de Westminster (sede del Parlamento británico) se conmemorarán esta noche con la proyección sobre la torre de una leyenda: "Feliz cumpleaños Big Ben, 150 años, 1859-2009".
Las conmemoraciones de este aniversario comenzaron el pasado 31 de mayo, fecha en la que se puso en marcha por primera vez el reloj de la torre, y continuarán el 7 de septiembre, cuando se cumplirán 150 años desde que las campanas empezaron a marcar los cuartos con cuatro notas de un pasaje del Mesías de Handel.
Big Ben es el nombre con el que se conoce popularmente a la torre que hay en una de las esquinas del palacio de Westminster, aunque originalmente el nombre designaba a la mayor de las campanas que forman parte del reloj de la torre.
Testigo silencioso de la Historia, la controversia parece formar parte de su estructura, ya que los dos hombres que dirigieron su construcción, el arquitecto Charles Barry y el abogado y relojero aficionado Edmund Becket Denison, tuvieron una tormentosa relación.
No se soportaban y se culpaban de los retrasos y los gastos presupuestarios extra que supuso la puesta en marcha del reloj, que finalmente empezó a funcionar el 31 de mayo de 1859, aunque no fue hasta el 11 de julio cuando la gran campana, con un peso superior a las 10 toneladas, sonó por primera vez.
La polémica duró hasta que el político e ingeniero Benjamin Hall, cuyo nombre es el origen del término Big Ben según algunos historiadores, tomó el control sobre la reconstrucción del Parlamento británico, que se había quemado en 1834.
Mike McCann, el máximo responsable de mantener a punto el reloj, destacó en esta fecha que "después de 150 años el Big Ben todavía tiene un lugar especial en los corazones de los londinenses y del resto del mundo por ser un magnífico ejemplo de la genialidad de ingenieros y constructores".
Además de McCann, otras dos personas cuidan la exactitud del reloj de la torre de Westminster y se encargan de dar cuerda a la gigantesca maquinaria que lo mueve tres días por semana (lunes, miércoles y viernes).
El fin de semana se queda vacío, lo que estuvo a punto de parar el reloj el pasado 2 de febrero, cuando Londres se paralizó a causa de la mayor nevada de las últimas dos décadas.
Aquel día, Paul Robertson, el relojero del Big Ben, tuvo que caminar varias horas con nieve hasta la rodilla hasta encontrar una parada de metro que le llevara hasta las inmediaciones de Westminster a tiempo de volver a darle cuerda.
El Big Ben tiene una altura de 96 metros y cada una de las cuatro esferas del reloj, compuestas por 312 piezas individuales de cristal, tiene un diámetro de 7 metros.
Las manecillas que marcan los minutos en cada una de las esferas fueron originalmente de hierro, pero resultaron ser demasiado pesadas y se cambiaron por otras de cobre. Tienen una longitud de 4,2 metros y recorren al año una distancia equivalente a 190 kilómetros.
Las manecillas que marcan las horas están hechas de bronce de cañón y miden 2,74 metros.
(Foto: EFE)
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