El mandatario tiene la mente puesta en la reconstrucción de su país, afectado tras el terremoto de febrero pasado, y en una ambiciosa agenda de gobierno, según analistas.
El presidente de Chile,
Sebastián Piñera, llega a sus primeros cien días en el poder con la
mente puesta en la reconstrucción del país tras el terremoto, y con
una ambiciosa agenda de gobierno que busca impulsar apoyándose tanto
en el oficialismo como en la oposición.
La energía depositada por el mandatario durante los tres primeros meses de su mandato se ha visto empañada por el incumplimiento de algunas promesas de campaña y por los rifirrafes con el conservador partido Unión Demócrata Independiente (UDI), su socio de la Coalición por el Cambio.
El terremoto del 27 de febrero pasado sacudió también el inicio del mandato de Piñera, que asumió la presidencia el 11 de marzo, y lo obligó inicialmente a dejar de lado el programa de Gobierno para hacer frente a la emergencia y la reconstrucción del país.
Con un estilo enérgico e hiperactivo, el primer presidente de derecha elegido democráticamente en las últimas cinco décadas ordenó la construcción de 50.000 viviendas de emergencia para los damnificados y se aseguró de que todos los niños iniciaran el curso escolar.
Para enfrentar las millonarias pérdidas provocadas por el sismo, valoradas en 30.000 millones de dólares, Piñera ideó un plan de financiación para la reconstrucción, que entre otras medidas incluye un aumento de los impuestos a las grandes empresas y del tributo específico a la minería privada.
La iniciativa, sin embargo, sigue empantanada en el Congreso, donde los parlamentarios de la Concertación, ahora en la oposición, rechazan que a las compañías mineras se les garantice la misma carga impositiva hasta 2025.
Para el analista político Patricio Navia, Piñera ha cumplido su promesa de cambio y ha garantizado una "nueva forma de gobernar", aun sin realizar cambios profundos en el sistema.
"Lo más positivo hasta ahora es lo simbólico, que la derecha puede llegar al poder y que rompió con el legado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990)", explica a Efe Navia, profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Nueva York.
Superada la fase de emergencia, la rendición de cuentas del presidente ante el Congreso, el pasado 21 de mayo, marcó el inicio de la etapa "posterremoto", según Navia.
En un discurso que sorprendió a muchos analistas y a la propia Concertación por su carácter centrista, Piñera marcó las prioridades de su presidencia: crecer a un ritmo del 6% anual, crear un millón de empleos y abatir la delincuencia.
Piñera puso especial énfasis en el fortalecimiento de la red de protección social creada por Michelle Bachelet, y se marcó metas que trascienden su gobierno, como erradicar la pobreza antes de 2020.
Sus planteamientos centristas, alejados de la derecha clásica, han descolocado a la Concertación, que aún no logra recuperarse de la derrota electoral que la apartó del poder tras 20 años.
Para Navia, el "caos" en la Concertación es producto de la estrategia de Piñera, que se posicionó en el centro y se apropió de sus banderas de lucha.
"La Concertación esperaba la resurrección de Pinochet y se encontró con un presidente de derecha moderno, moderado y muy cercano a las posturas de la Concertación, que ahora no tiene cómo diferenciarse", señala.
Por momentos, Piñera ha encontrado la oposición más férrea en la UDI, el principal socio de la coalición gubernamental, de la que también forma parte Renovación Nacional, el partido del presidente.
El perfil liberal y empresarial del gabinete de ministros -la mayoría, exitosos empresarios con un bajo perfil político- no fue del agrado de la UDI, que esperaba una mayor participación.
Tuvo que conformarse con ver a Joaquín Lavín, candidato presidencial en 1999, como ministro de Educación, aunque según Navia, estos roces no tendrán consecuencias graves.
La principal asignatura pendiente de los primeros cien días de Piñera es la frustrada venta de Chilevisión, uno de los canales más importantes del país.
Durante la campaña electoral, Piñera se comprometió a desvincularse de algunos de sus negocios, como la aerolínea LAN, la Clínica Las Condes y Chilevisión, para dedicarse plenamente a gobernar y acallar a quienes le criticaban la mezcla de política y negocios.
Cumplió con la venta de sus acciones en las dos primeras sociedades, pero la operación de Chilevisión se frustró semanas atrás, en lo que el mandatario consideró un "traspié" que se enmendará muy pronto.
"Piñera debe demostrar que hay un cortafuegos entre la política y los negocios, y mientras no venda Chilevisión esto es imposible", opina Navia.
Según los analistas, el terremoto ha dejado poco margen de maniobra a Sebastián Piñera y por ello en los próximos meses deberá centrarse en legislar para cumplir con su ambicioso programa de gobierno. EFE
La energía depositada por el mandatario durante los tres primeros meses de su mandato se ha visto empañada por el incumplimiento de algunas promesas de campaña y por los rifirrafes con el conservador partido Unión Demócrata Independiente (UDI), su socio de la Coalición por el Cambio.
El terremoto del 27 de febrero pasado sacudió también el inicio del mandato de Piñera, que asumió la presidencia el 11 de marzo, y lo obligó inicialmente a dejar de lado el programa de Gobierno para hacer frente a la emergencia y la reconstrucción del país.
Con un estilo enérgico e hiperactivo, el primer presidente de derecha elegido democráticamente en las últimas cinco décadas ordenó la construcción de 50.000 viviendas de emergencia para los damnificados y se aseguró de que todos los niños iniciaran el curso escolar.
Para enfrentar las millonarias pérdidas provocadas por el sismo, valoradas en 30.000 millones de dólares, Piñera ideó un plan de financiación para la reconstrucción, que entre otras medidas incluye un aumento de los impuestos a las grandes empresas y del tributo específico a la minería privada.
La iniciativa, sin embargo, sigue empantanada en el Congreso, donde los parlamentarios de la Concertación, ahora en la oposición, rechazan que a las compañías mineras se les garantice la misma carga impositiva hasta 2025.
Para el analista político Patricio Navia, Piñera ha cumplido su promesa de cambio y ha garantizado una "nueva forma de gobernar", aun sin realizar cambios profundos en el sistema.
"Lo más positivo hasta ahora es lo simbólico, que la derecha puede llegar al poder y que rompió con el legado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990)", explica a Efe Navia, profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Nueva York.
Superada la fase de emergencia, la rendición de cuentas del presidente ante el Congreso, el pasado 21 de mayo, marcó el inicio de la etapa "posterremoto", según Navia.
En un discurso que sorprendió a muchos analistas y a la propia Concertación por su carácter centrista, Piñera marcó las prioridades de su presidencia: crecer a un ritmo del 6% anual, crear un millón de empleos y abatir la delincuencia.
Piñera puso especial énfasis en el fortalecimiento de la red de protección social creada por Michelle Bachelet, y se marcó metas que trascienden su gobierno, como erradicar la pobreza antes de 2020.
Sus planteamientos centristas, alejados de la derecha clásica, han descolocado a la Concertación, que aún no logra recuperarse de la derrota electoral que la apartó del poder tras 20 años.
Para Navia, el "caos" en la Concertación es producto de la estrategia de Piñera, que se posicionó en el centro y se apropió de sus banderas de lucha.
"La Concertación esperaba la resurrección de Pinochet y se encontró con un presidente de derecha moderno, moderado y muy cercano a las posturas de la Concertación, que ahora no tiene cómo diferenciarse", señala.
Por momentos, Piñera ha encontrado la oposición más férrea en la UDI, el principal socio de la coalición gubernamental, de la que también forma parte Renovación Nacional, el partido del presidente.
El perfil liberal y empresarial del gabinete de ministros -la mayoría, exitosos empresarios con un bajo perfil político- no fue del agrado de la UDI, que esperaba una mayor participación.
Tuvo que conformarse con ver a Joaquín Lavín, candidato presidencial en 1999, como ministro de Educación, aunque según Navia, estos roces no tendrán consecuencias graves.
La principal asignatura pendiente de los primeros cien días de Piñera es la frustrada venta de Chilevisión, uno de los canales más importantes del país.
Durante la campaña electoral, Piñera se comprometió a desvincularse de algunos de sus negocios, como la aerolínea LAN, la Clínica Las Condes y Chilevisión, para dedicarse plenamente a gobernar y acallar a quienes le criticaban la mezcla de política y negocios.
Cumplió con la venta de sus acciones en las dos primeras sociedades, pero la operación de Chilevisión se frustró semanas atrás, en lo que el mandatario consideró un "traspié" que se enmendará muy pronto.
"Piñera debe demostrar que hay un cortafuegos entre la política y los negocios, y mientras no venda Chilevisión esto es imposible", opina Navia.
Según los analistas, el terremoto ha dejado poco margen de maniobra a Sebastián Piñera y por ello en los próximos meses deberá centrarse en legislar para cumplir con su ambicioso programa de gobierno. EFE
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