´Mira que me habían llamado veces para advertirme de que iba a producirse un golpe de Estado´, sostuvo el artífice de la ´perestroika´, Mijaíl Gorbachov.
El golpe de Estado de 1991 fue un secreto a voces del que el líder soviético Mijaíl Gorbachov fue advertido en repetidas ocasiones por sus colaboradores y por EEUU, que incluso le presentaron listas con los nombres y apellidos de los golpistas.
"Mira que me habían llamado veces para advertirme de que iba a producirse un golpe de Estado", reconoció esta semana un incrédulo Gorbachov con ocasión del 20 aniversario de la fallida asonada que precipitó la desintegración de la URSS.
Dos meses antes del golpe, un 20 de junio, el alcalde de Moscú, Gavril Popov, entregó al embajador estadounidense, Jack Matlock, una lista escrita a mano con los nombres de cuatro conspiradores.
El listado incluía al director del temido KGB, Vladímir Kriuchkov; al ministro de Defensa, Dmitri Yázov; al presidente del Sóviet Supremo o Parlamento soviético, Anatoli Lukiánov, y al primer ministro, Valentín Pávlov.
"Llegado un momento, sacó un papel del bolsillo y lo deslizó sobre la mesa. Con letras grandes y torcidas estaba escrito que se estaba preparando una conspiración contra Gorbachov y que había que avisar a Borís Yeltsin, que se encontraba en Washington", dijo Matlock al semanario ruso "Itogui".
Después, "me quitó el papel, lo rompió en pedazos pequeños y se lo metió en el bolsillo", añadió el embajador, que envió un telegrama para el presidente norteamericano, George Bush.
Seguidamente, Matlock pidió ser recibido en el Kremlin por Gorbachov, "quien agradeció al presidente Bush su preocupación, pero añadió: "Dígale que no se preocupe que todo está bajo control"".
Poco antes, el secretario de Estado norteamericano, James Baker, había informado durante una reunión en Berlín a su colega soviético, Alexandr Bessmertnij, sobre la trama contra el artífice de la "perestroika" (reconstrucción).
"Baker me lo comunicó literalmente en susurros. Pero Mijaíl Serguéyevich (patronímico de Gorbachov) no se lo tomó en serio. Si fuera yo, les hubiera dado una patada", comentó Bessmertnij al diario "Mosckovskie Nóvosti".
En enero de ese año, el jefe de la diplomacia soviética, Eduard Shevardnadze, dimitió tras denunciar que los reaccionarios ganaban terreno en perjuicio de los reformistas y que URSS se precipitaba hacia una dictadura.
"No podía entender cómo (Gorbachov) no veía el peligro, y si lo veía ¿por qué no tomaba las medidas pertinentes?", aseguró el político georgiano esta semana a Efe desde Tiflis.
Shevardnadze llegó a decir que es muy difícil de creer que Gorbachov no conociera esos planes, ya que, precisamente él mismo había destituido a altos cargos para colocar en sus lugares a los futuros protagonistas de la trama.
Más de lo mismo ocurrió con el ideólogo de la "perestroika" y la "glasnost" (Transparencia informativa), Alexandr Yakovlev, quien dejó solo a Gorbachov ante el avance de las corrientes involucionistas en el seno del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
"En la cúpula del partido se ha configurado un influyente grupo estalinista, que procura eliminar del PCUS a los sectores democráticos y se prepara para una revancha social, para un golpe de estado", afirmó Yakovlev tras renunciar a la militancia comunista.
Ninguna de esas advertencias surtió efecto y lo inevitable ocurrió el 19 de agosto, cuando Gorbachov se encontraba descansando en el mar Negro y se disponía a regresar a Moscú para la firma del nuevo Tratado de la Unión, al que se oponían los halcones, ya que daba más poder a las repúblicas.
Cuenta en su libro sobre el golpe el expresidente del Parlamento ruso, Ruslán Jasbulátov, uno de los organizadores de la resistencia popular, que Kriuchkov comenzó los preparativos de la conjura en diciembre de 1990.
"Cuando Kriuchkov supo que el nuevo tratado sería firmado el 20 de agosto y que a principios de agosto Gorbachov viajaría a Crimea para descansar dijo: "Hay que actuar. Ahora o nunca"", dijo.
La junta golpista que formaría el Comité Estatal de Emergencia (GKChP) fue creado el 16 de agosto en la dacha (casa de campo) del KGB en Moscú e incluiría a miembros de los servicios secretos, Gobierno, PCUS y Fuerzas Armadas.
"Hay que volar a Foros (balneario en Crimea) y persuadir a Gorbachov de que ceda provisionalmente sus facultades de presidente al GKChP", dijo Kriuchkov.
Entonces, una delegación de golpistas comunicó personalmente a Gorbachov la necesidad de "medidas cardinales" para evitar la "desintegración de la URSS".
"Esto es un golpe de Estado. ¿Entienden? Ustedes pueden hacer lo que quieran, pero responderán ante la ley. Lo que ustedes han tramado, es una aventura. Van a hundir al país", replicó el incomunicado Gorbachov.
Kriuchkov recibió el apoyo de varios dirigentes republicanos, pero no contaba con la respuesta del pueblo, que se lanzó a las calles de Moscú y San Petersburgo para defender la incipiente democracia, resistencia espontánea que acabó por aplastar el golpe el 21 de agosto.
EFE
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