La heredera del imperio cosmético de L'Oréal murió en su casa en Francia. Su vida estuvo marcada por su relación con la política de su país.
La francesa Liliane Bettencourt, heredera del gigante de los cosméticos L'Oréal y considerada la mujer más rica del mundo, murió este jueves por la noche a los 94 años de edad, según informó indicó este viernes su familia. Tras una vida en la que se vio envuelta en varios escándalos de orden político y judicial, así como en un conflicto familiar, su hija única, Françoise Bettencourt Meyers, contó que falleció en su domicilio "tranquilamente". Según la revista Forbes, tenía la décimo cuarta fortuna mundial y era la primera mujer de la lista con 39,500 millones de dólares.
La noticia de su muerte coincidió con un dictamen judicial en uno de los múltiples procesos que salpicaron su figura en los últimos años. El Tribunal de Apelación de Burdeos confirmó la absolución de cinco periodistas que habían sido acusados por intromisión en la intimidad de la multimillonaria al publicar el contenido de unas grabaciones hechas en 2009 y 2010 por su mayordomo de entonces en el palacete familiar en la ciudad de Neuilly sur Seine, limítrofe con París.
Fortuna y escándalos. Nacida en París el 21 de octubre de 1922, era la hija del industrial Eugène Schueller, que en el primer tercio del siglo XX convirtió su pequeña empresa de tintes capilares en el imperio de los cosméticos que es hoy L'Oréal. Se casó a los 27 años con André Bettencourt, que si bien antes de la Segunda Guerra Mundial se alineó con la extrema derecha antisemita, desde 1942 se sumó a la resistencia a la ocupación alemana con su amigo de infancia François Mitterrand, quien cuatro décadas después se convirtió en presidente socialista de Francia.
El esposo de Bettencourt hizo una carrera política tras la contienda en la derecha y llegó a ser ministro entre 1966 y 1973, mientras ella se dedicaba principalmente, como primera accionista, a la estrategia de la empresa que la hizo multimillonaria. André Bettencourt se dedicó, con el paso del tiempo, a la gestión de L'Oréal, y al morir en 2007 esa responsabilidad pasó al yerno, Jean-Pierre Meyer.
Las relaciones familiares con su hija se envenenaron a partir de entonces (llegó a retirarle un tiempo el estatuto de heredera universal) por el papel que pasó a ocupar el fotógrafo François Marie Banier, un amigo de la anciana al que hizo unas donaciones sospechosas de millones de dólares, y que acabó condenado. Bettencourt también se vio implicada en otro escándalo de carácter político por las sospechas de que había financiado a personalidades de la derecha, en particular al expresidente Nicolas Sarkozy. EFE
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