Las temperaturas han llegado a superar estos días los 40º en Francia y, sin embargo, el país europeo cuenta con una población que se mantiene reacia a instalar aire acondicionado en sus hogares. Su coste, la concienciación climática y un parque inmobiliario con muchos edificios antiguos se presentan como las principales causas.
Un año más, Francia afronta una gran ola de calor veraniega y, un año más, lo hará sin aire acondicionado en la mayoría de los hogares. En los últimos días, el hexágono ha alcanzado temperaturas de hasta 44°C y 84 de los 95 departamentos han sido puestos en alerta naranja, el segundo nivel más elevado, ante las previsiones de que el calor siga haciendo que los termómetros superen los 40°C.
Las autoridades han tomado medidas que incluyen el cierre de 200 escuelas este lunes y alertar a las empresas para que estén atentas a los riesgos que puedan afrontar sus empleados.
Sin embargo, Francia es uno de los países con menor implantación de aparatos de aire acondicionado en los hogares, de acuerdo con datos de la Agencia Internacional de la Energía. Solo un 5% de las familias cuentan con este tipo de dispositivos según su último estudio, que data de 2018. Un índice bajísimo, comparado con sus vecinos, donde en España es del 60% y en Italia del 39%. Más allá de las fronteras europeas, países como Estados Unidos, China o Japón lideran el índice con el 90%.
Ahorro energético
Pese a que Francia cuenta con un importante parque nuclear y el consumo de electricidad es más barato y genera menos CO2 que en otros países, en sus nacionales ha calado el discurso ecológico y de ahorro económico y energético. Según una encuesta de Opinion Way para el New York Times, dos tercios de los franceses citaron el gasto que supone su compra e instalación.
A ello se unen los llamados a la defensa del medio ambiente. Francia es un país donde el Partido Ecologista tiene un peso mayor que en otros estados y ha llegado a alcanzar alcaldías en ciudades importantes como Lyon o Marsella. Sin embargo, el ejemplo más claro de esta movilización a favor del ahorro energético por parte de las autoridades llegó con la guerra en Ucrania.
En 2022, el Gobierno, incluyendo las apariciones públicas del presidente Emmanuel Macron, insitió en la necesidad de ahorrar en el consumo de energía para evitar mermar las reservas nacionales ante la posibilidad de que el conflicto se alargase y Moscú utilizase la energía como elemento de presión. Es cierto que se trata principalmente de gas, pero las alocuciones presidenciales y del resto de dirigentes del país hicieron alusión siempre a un ahorro global, citando en ocasiones al propio aire acondicionado.
Dificultad para su instalación en edificios antiguos
A las decisiones que puedan tomar los ciudadanos en sus residencias privadas, se une la protección de determinados edificios antiguos. En Francia hay más de 45 000 edificios protegidos al ser considerados monumentos históricos, lo que dificulta mucho, y en algunos casos imposibilita, cualquier tipo de obra que afecte a su estructura o fachada para instalar un aire acondicionado.
Un claro ejemplo de ello es la ciudad de Lyon, donde una gran parte de su centro urbano está clasificado como patrimonio histórico por parte de la UNESCO y, con ello, la posibilidad de realizar reformas queda muy limitada.
Además, en ciudades como Niza, donde el parque urbano cuenta con abundantes edificios antiguos, los proveedores advierten de que la instalación de aires acondicionados es casi inviable al contar con poco aislamiento térmico, lo que disminuye el efecto que pueda traer el uso del aire acondicionado, o paredes de gran grosor que complican las obras de instalación.