Las mujeres a lo largo de la historia han luchado por su igualdad, justicia, y desarrollo equitativo. En el Día Internacional de la Mujer, conozca a través de este informe la historia de tres mujeres que con trabajo y constancia se han convertido en verdaderos ejemplos de superación.
Sandra Guevara no es solo una madre soltera de tres hijas; es un ejemplo de resiliencia y fortaleza. Su mamá Adelaida Ramos, quien padeció cáncer, fue su principal empuje para crear su empresa de chocolates en su natal región San Martín. Así como lo es ahora su pequeña de diez años que sufre el síndrome de Marfan, un trastorno que afecta su tejido conectivo y que requiere ser sometida a múltiples cirugías en la capital.
Sin rendirse a las adversidades, Sandra logró encontrar en la agroindustria su camino. Hoy, es una catadora de cacao certificada y una especialista en chocolate fino, con su empresa, “Gusto Amazónico”. No solo se ha convertido en un respaldo económico para sus hijas, sino también una forma de apoyar a mujeres que como ella quieren salir adelante.
“Primero que nunca renuncien a su sueño. Segundo, nosotras las mujeres tenemos un gran potencial que somos muy fuertes, sabemos canalizar nuestras dificultades y sabemos salir adelante. Y tercer lugar, que sean resilientes y consecuentes con lo que están haciendo”, alegó.
El emprendimiento familiar que fundó Sandra es liderado por mujeres de la región San Martín. Ellas trabajan con cuatro variedades de cacao y rescatan sus recetas tradicionales para preparar los chocolates usando el Camu Camu como conservante natural y los envuelven en hojas de bijao deshidratadas convirtiéndolos en sus populares “chocoJuanes”.
“Yo creo que cuando uno se le sonríe a la vida, las soluciones te llegan por añadidura y las personas correctas se van sumando, por eso siempre digo, a todo lo malo hay que verle todo lo positivo”, comentó.
Sandra es una mujer coraje, así como lo es Minerva Gala, quien a sus 18 años está cambiando la narrativa sobre las mujeres en el ámbito de la tecnología. En un país como el Perú donde solo el 32% de los y las egresadas en carreras de ciencia, tecnología e informática son mujeres, y en el ámbito de la programación apenas alcanza el 8%, según la SUNEDU, Minerva ha demostrado que el talento no tiene género.
“Es un camino que es muy difícil, pero todas las cosas que valen la pena son difíciles en esta vida y si es algo que te gusta y estás dispuesta a pasar por ese camino entonces inténtalo porque eso es lo que siempre dice mi mamá que siempre intente todo”
Su mamá Clara y su hermana Sofía fueron su empuje y ejemplos a seguir. A pesar de que inicialmente veía la programación como un mundo inaccesible, Minerva descubrió en poco tiempo que esa barrera estaba hecha solo de prejuicios.
“Incluso estando dentro de la carrera te puedes topar con obstáculos qué es lo que en algún momento me pasó a mí como malos comentarios de otras personas sobre todo de hombres que te dicen que ese no es tu lugar, pero al final uno debe tener su confianza en sí misma y seguir adelante”, declaró.
Y así lo hizo. Minerva no solo se destaca por su destreza en la programación, sino que además su equipo, “Sinergia”, logró en 2022 el segundo lugar en la hackathon organizado por UNICEF donde crearon una plataforma enfocada en brechas de género, educación sexual y medio ambiente.
Cada obstáculo vencido para Minerva es una victoria no solo personal, sino también para todas las mujeres que sueñan con un futuro en ciencia y tecnología
Ejemplo de determinación
Otro ejemplo de determinación es Silvia Donayre Delgado, profesora de capoeira. Una mujer que ha encontrado en su trabajo una forma de transformar vidas, especialmente las de mujeres víctimas de violencia.
El 2024, en el Perú se reportaron más de 168 mil casos de violencia física, psicológica, económica y sexual contra mujeres en los 433 Centros de Emergencia Mujer a nivel nacional. Por ello su labor como mentora en la iniciativa “Mujeres Acompañando Mujeres”, promovida por el Programa Nacional Aurora del Ministerio de la Mujer, ha sido clave en el acompañamiento emocional y legal de miles de mujeres vulnerables.
“Las usuarias ingresan a nosotros con una actitud muy negativa, muy pesimista y durante el proceso que toma un año muchas veces en el camino intentan retractarse, pero muchas veces logramos que se empoderen de forma económica, de forma emocional y al finalizar su periodo cuando ya se gradúan es un orgullo para nosotros y vemos a mujeres totalmente distintas que han logrado empoderarse que han logrado luchar por sus objetivos por sus hijos por su familia”, aseveró.
Gracias a su formación y su trabajo en la comunidad, cientos de voluntarias se han sumado a esta causa, creando una red de apoyo para las mujeres que buscan sanar después de experiencias traumáticas
Sandra, Minerva y Silvia, a pesar de sus diferencias, comparten una fuerza común: la determinación de romper las barreras que les impone una sociedad que aún no termina de entender que el género no define las capacidades. Cada una es ejemplo de que no hay sueños demasiado grandes ni retos imposibles cuando se lucha dándose la mano.
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