La felicidad es considerada una meta fundamental de la humanidad, pero en un contexto de crisis y violencia como el que atraviesa el país, encontrar bienestar puede parecer un desafío. ¿Es posible ser felices en tiempos difíciles?
Hoy, 20 de marzo, el mundo celebra el Día Internacional de la Felicidad, una fecha instaurada por la ONU para recordar que la felicidad es una meta fundamental de la humanidad. Sin embargo, en un contexto donde la violencia y la incertidumbre afectan la vida diaria en el Perú, la pregunta sobre qué nos hace felices cobra mayor relevancia.
La felicidad ha sido estudiada desde varias disciplinas, como la psicología, la sociología y la economía. Más allá de una emoción pasajera, los expertos la consideran un estado de bienestar que se construye a partir de diversos factores, entre ellos las relaciones personales, la estabilidad económica, la salud y el sentido de propósito en la vida.
El Informe Mundial de la Felicidad, elaborado por la ONU, señala que los países más felices no son necesariamente los más ricos, sino aquellos donde la confianza social, el apoyo entre ciudadanos y la percepción de seguridad son altos. Esto refuerza la idea de que la felicidad no se encuentra únicamente en la acumulación de bienes materiales, sino en la calidad de vida y el entorno en el que las personas se desenvuelven.
Cuando la inseguridad amenaza el bienestar
En un país donde la sensación de inseguridad se ha intensificado debido al aumento de homicidios y extorsiones, la posibilidad de alcanzar la felicidad puede parecer cada vez más lejana. Las noticias reflejan una sociedad que vive con miedo, donde muchos ciudadanos deben modificar sus rutinas por temor a ser víctimas de la delincuencia.
Esta situación genera un impacto directo en la salud mental, aumentando los niveles de ansiedad y estrés. Frente a este panorama, la pregunta no solo es qué nos hace felices, sino también cómo podemos encontrar bienestar en medio de la adversidad.
Pequeñas acciones que pueden marcar la diferencia
Los estudios sobre felicidad han demostrado que el bienestar emocional no depende únicamente de factores externos, sino también de la manera en que las personas interpretan y afrontan la realidad. La psicología positiva, una corriente que estudia las fortalezas humanas y las emociones positivas, señala que pequeños cambios en la rutina pueden contribuir significativamente al bienestar.
La conexión con los demás es uno de los aspectos fundamentales, ya que el apoyo social ayuda a reducir el estrés y fortalecer la sensación de seguridad. Compartir tiempo con seres queridos, expresar gratitud y realizar actos de amabilidad pueden generar un impacto positivo tanto en quien los da como en quien los recibe.
Otro aspecto clave es la salud mental, un tema que ha cobrado mayor importancia en los últimos años. En momentos de crisis, el autocuidado se vuelve esencial. Practicar actividades que generen placer, como escuchar música, leer o hacer ejercicio, puede mejorar el estado de ánimo.
Asimismo, es importante hablar sobre las preocupaciones y emociones, ya sea con amigos, familiares o profesionales de la salud mental. Diversos especialistas coinciden en que la felicidad no significa estar siempre alegres, sino aprender a gestionar las emociones y encontrar sentido incluso en las dificultades.
La felicidad como una construcción diaria
En un país donde los problemas de seguridad y violencia parecen no tener una solución inmediata, la búsqueda de la felicidad se convierte en un acto de resistencia. No se trata de ignorar la realidad ni de minimizar los problemas, sino de encontrar formas de preservar el bienestar personal y colectivo a pesar de las circunstancias.
La felicidad no es un destino al que se llega cuando todo está resuelto, sino una construcción diaria que se alimenta de momentos, relaciones y pequeñas acciones que nos recuerdan que, incluso en los tiempos más difíciles, es posible encontrar razones para seguir adelante.
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