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Cómo gestionar las emociones

En un país como el nuestro, en el que muchos adultos tienen reacciones emocionales que no son dignas de ser ejemplo, urge trabajar con las generaciones más jóvenes, e incluso, seguir haciéndolo con nosotros mismos, con respecto a nuestro manejo emocional.

Para empezar, quiero hacer una precisión. Nos ufanamos de distinguirnos de las otras especies por ser seres “racionales”, sin embargo, también somos seres “emocionales”. Me atrevería incluso a decir que somos más seres “emocionales” que “racionales”. En todo momento estamos “emocionando”. Se ha encontrado que la gente experimenta en promedio 27 emociones durante la hora de vigilia. Si un día tiene cerca de 17 horas de vigilia, usted experimenta alrededor de 456 emociones desde el momento en que se despierta hasta cuando se duerme, de acuerdo a la investigación realizada por Bradberry y Greaves.

Si las emociones no nos dejan de acompañar en todo momento, sería bueno tratar de conocerlas más de cerca, entenderlas, y lo más importante, saber qué hacer con ellas.

Si bien todas las personas experimentamos emociones, no todos las experimentamos de la misma manera, con la misma frecuencia, y con la misma intensidad.
Si bien todas las personas experimentamos emociones, no todos las experimentamos de la misma manera, con la misma frecuencia, y con la misma intensidad. | Fuente: Freeimages

Cuando hablamos de emoción, estamos hablando de un impulso (una reacción natural de nuestro organismo), que nos lleva a la acción. Las emociones tienen una base biológica, siendo las emociones básicas claves para nuestra supervivencia. Ellas nos permiten adaptarnos al medio que nos rodea, ya sea para salvaguardarnos o para disfrutar lo que vivimos. Repasemos brevemente la función de cada emoción:

El miedo nos permite protegernos del peligro (ya sea real o imaginario) es un mecanismo de protección al favorecer la retirada. El enojo emerge cuando aparece un obstáculo en la realización de nuestros objetivos, o cuando nos invaden o vulneran nuestros derechos; se activa para poder defendernos. La tristeza nos ayuda a asimilar las pérdidas (de alguien, de algo, o de una situación), predisponiendo al ensimismamiento y a experimentar baja energía. El asco nos permite alejarnos y evitar aquello desagradable o nocivo para nosotros. Y la alegría nos permite disfrutar del momento y activar nuestra energía.

Hay muchas otras emociones más,  y cada una tiene su utilidad. A lo que quiero llegar es a que, si todas tienen una utilidad, debemos descartar esa tendencia a negarlas, no aceptarlas, no vivirlas cuando corresponde hacerlo y mucho menos relativizarlas. Si me siento de una manera, lo primero que tengo que hacer es identificar cómo me estoy sintiendo y cuál es la función de esa emoción que estoy experimentando. Todas las emociones responden a necesidades, son como un termómetro que nos indica la temperatura de que algo está ocurriendo con nosotros y de que necesitamos tomar acción.

A todos nos gusta sentirnos bien y experimentar emociones agradables, pero cuando nos encontramos experimentando una emoción desagradable, la tendencia es a huir de ella y reemplazarla con sensaciones positivas. Y no está mal querer sentirse mejor, pero habría que preguntarse cuál es la utilidad de esa emoción desagradable que estoy experimentando y ver si corresponde con lo que toca vivir para luego estar mejor. Por ejemplo, no podemos negar el dolor que suscita la pérdida de un ser querido. Corresponde por tanto estar triste, también molesto, sentir una mezcla de emociones desagradables, y hay que transitar por ellas, hay que vivir el duelo, de lo contrario, no se superará esta experiencia tan difícil.  Por tanto, es importante no pretender anular las emociones, ya que cada una de ellas nos ayuda en determinados momentos.

¿Cómo hacer entonces para sintonizar con nuestro mundo emocional y manejarlo de la mejor manera? Lo primero es trabajar en nuestra conciencia emocional, es decir, saber reconocer qué emoción estoy sintiendo y poder identificar la función que está cumpliendo. Es importante entender también que detrás de cada emoción hay un pensamiento. Detrás del miedo está en pensamiento de que algo es peligroso, la persona adelanta un desastre y se imagina lo peor, por eso huye. En el enojo hay un pensamiento de injusticia, de que se está atentando contra uno, y por tanto hay que defenderse. La tristeza nos ancla al pasado, a aquello que fue y ahora no es, hay pensamientos de añoranza, decepción, soledad, entre otros. En el asco el pensamiento base es de que algo es nocivo para mí. Y en la alegría, los pensamientos son de satisfacción con respecto a lo que se está viviendo, se cumplen nuestros objetivos, pensamos que todo va bien y nos damos permiso para disfrutar.

Es importante conocer cómo es nuestro mundo emocional. Si bien todas las personas experimentamos emociones, no todos las experimentamos de la misma manera, con la misma frecuencia, y con la misma intensidad. Es necesario entonces trabajar más en conocernos, en saber cómo emocionamos, qué situaciones detonan determinadas emociones en cada uno y cómo las vivimos.

Solo si conozco este mundo emocional propio se podrá logra el siguiente paso, el gestionar mis emociones, autogestión que está relacionada con el autocontrol, con la autorregulación. Muchas personas creen que controlarse emocionalmente es no sentir la emoción. Esto es irreal, no podemos pretender negar la emoción, no existe emoción que no emerja, es un mecanismo con el que nos dotó la biología y no puede separarse de nosotros. Pero sí podemos aprender a manejar estas emociones, para beneficio propio, y de los demás. A través de técnicas corporales como la respiración abdominal, la meditación, la relajación del cuerpo, se puede lograr disminuir la intensidad de las emociones. También hay técnicas de imaginación que nos ayudan a visualizar situaciones y nos pueden traer calma. Asimismo, cambiando las formas de pensar sobre lo que nos ocurre. Saber apartarse cuando uno lo necesita es importante (por ejemplo, antes de explotar extremadamente con el enojo, podrías retirarte un rato de la situación e intentar calmarte antes de reaccionar). Conversar también es una buena opción, que permite expresar lo que uno está sintiendo y escuchar al otro (muchas emociones pueden aparecer por malos entendidos en nuestras relaciones interpersonales). Hay que recordar que tenemos derecho a expresar nuestras emociones, lo inadecuado son los extremos: el desborde, o la represión de las emociones.

Los dejo con algunas recomendaciones importantes que nos pueden ayudar a vivenciar mejor nuestras emociones:

- Identifica en ti la emoción que estás experimentando. Sé cada vez más consciente de lo que sientes en distintos momentos del día.

- Valida tu emoción, dale espacio, está ahí porque es necesaria en ese momento.

- Expresa tu emoción, date permiso para hacerlo, buscando un canal adecuado (sin dañar a otros y sin dañarte a ti mismo).

- Analiza tu emoción: trata de entender el porqué de lo que estás sintiendo.}

- Toma acción: Da pasos concretos para manejarla.

Un ejemplo, con la tristeza:

- Identifica: “Me estoy sintiendo triste”

- Valida: “Esta bien que me sienta triste, porque mi mejor amiga se fue de viaje y he perdido alguien importante para mí”.

- Expresa: “Buscaré a alguien con quien conversar, o tal vez pueda dibujar o escribir lo que estoy sintiendo”.

- Analiza: “Estoy sintiendo esta tristeza porque estoy convencido que eso que he perdido no lo volveré a tener y me es muy difícil hacer nuevas amistades”.

- Toma acción: “Me inscribiré en algún curso que me permita conocer gente nueva. También seguiré manteniendo el contacto con mi amiga por internet”.

Para terminar, la gestión de emociones no es algo fácil, no es tan lineal, por pasos, a veces puedo gestionar una emoción de manera más fácil y otras veces toma más tiempo. A veces erraré en la gestión, otras veces lo lograré. Lo importante es no desconectarnos de nuestro mundo emocional y trabajar en él, ya que es parte nuestra. Gestionar adecuadamente nuestras emociones nos permitirá sentirnos mejor con nosotros mismos y relacionarnos mejor con los demás.

Y si vez que te es muy difícil trabajar en tus emociones, ya sea porque no puedes expresarlas y te reprimes, o ya sea porque te controlan y te dominan, busca ayuda profesional.

NOTA: “Ni el Grupo RPP, ni sus directores, accionistas, representantes legales, gerentes y/o empleados serán responsables bajo ninguna circunstancia por las declaraciones, comentarios u opiniones vertidas en la presente columna, siendo el único responsable el autor de la misma.

Conductora de "Sin Vueltas" programa radial de RPP. Psicóloga clínica y educacional, Magíster en Docencia Universitaria. Terapeuta familiar sistémica en contextos educativos. Autora de libros de autoayuda para niños y adolescentes.

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