Dejan sus casas y no saben si volverán al día siguiente. A diario, los policías conviven con una sociedad violenta e insegura. Ahora le suman a esto el temor al contagio. Ellos y ellas siempre están al servicio del más débil y de quien lo necesite.
Declarada la emergencia sanitaria y el aislamiento social en todo el país, la Policía Nacional del Perú se encargó de realizar el patrullaje de calles y desarrolló operativos para garantizar, mantener y restablecer el orden interno.
Fieles a sus valores y compromiso con la sociedad, los integrantes de la Policía Nacional del Perú (PNP) se pusieron en primera fila para hacer cumplir el aislamiento obligatorio. Las veinticuatro horas del día, ejercieron el control de distritos y asentamientos humanos de la capital, enfrentando a la COVID-19 muchas veces en condiciones adversas.
Durante las ocho primeras semanas de aislamiento social, cientos de sus miembros se fueron contagiando por mantener contacto directo con la población.
En el recuento de sus bajas a la quincena de junio de 2020, ya son 9,900 policías que han dado positivo, 5,721 se lograron recuperar y 170 de sus miembros fallecieron.
Voces y testimonios de policías
El ex General PNP Eduardo Pérez Rocha considera que la labor de la policía nacional merece el reconocimiento de todos, porque en esta lucha dan su vida por amor a su país. “Donde exista el peligro, donde clame el dolor,
siempre habrá un policía, presto a servir y morir por el Perú”, comenta.
Patricia Sagastegui de Mendoza, de 42 años, es Técnico de Segunda de la PNP. Ella cumplió al pie de la letra las recomendaciones de protección, pero igual terminó siendo una víctima del coronavirus. “Creí que tenía gripe, he vivido 26 días aislada. Ahora estoy lista para seguir con mi trabajo” comenta. Ella, como madre, continua preocupada por sus hijos y de lo que pueda pasar con su familia. Pero tenía que volver a sus labores, así que, al recuperarse, volvió al servicio.
Angélica Nieves de La Cruz Soto, sub oficial de segunda en la PNP, de 45 años, pertenece a la Central de Emergencia 105 y responde las llamadas de auxilio, muchas de ellas conmovedoras. Usar el uniforme de la Policía Nacional del Perú fue siempre su sueño. Recuerda que, al ver por primera vez una policía de tránsito, le dijo a su madre que quería ser como ella.
“Ahora cuando visto el uniforme me veo con el deber de ayudar a quien lo necesite” Comenta Angélica. En la central de emergencia su voz es la de un ángel salvador invocando mantener la calma a personas desesperadas pidiendo ayuda. “Tanto dar consejos y la COVID-19 me atrapó. Fui al médico porque me dolía la espalda por una caída. Y cuando me tomaron la prueba salió positivo” afirma. Nieves recibió tratamiento y ya volvió al trabajo.
Richard Felipe Morales Ortega, comandante PNP Jefe del Escuadrón de Emergencia del Callao, tiene 45 años, está casado y tiene tres hijos. Toda su vida quiso ser como aquellos policías que los domingos acompañaban a su abuelo a izar la bandera en la plaza de armas de Yautan, en Casma.
Recuerda que un día antes que se declare la emergencia en todo el país, se encontraba planificando cómo capturar a un grupo de jóvenes dedicados al sicariato en el Callao. Pero una llamada del comando policial cambió los planes. Se volcó a las calles para hacer cumplir el estado de emergencia.
“La gente quería saber el motivo de la emergencia. Preguntaban qué era la COVID-19. Nosotros sabíamos lo que pasaba en otras partes del mundo, pero no conocíamos más”, señala. Y así fue como el personal policial en el Callao fue cumpliendo las órdenes de control en medio de los apuros por convencer a la gente a mantener el aislamiento social. “Al principio fue un trabajo duro. Con megáfonos pedíamos a la gente que se quede en casa”, comenta.
El comandante Morales y su equipo se vieron en la obligación de cargar a personas en mal estado, debido a que las ambulancias demoraban. Todo esto “sin temor al contagio, estamos obligados ayudar al prójimo. Es nuestra misión de vida” señala. Él vive en su unidad al mando de trescientos policías y asegura que este enemigo no lo vencerá.
Henry Vásquez Cárdenas, Comandante PNP que trabaja en el distrito de Jesús María, tiene 43 años y volvió a la capital después de trabajar cinco años en Arequipa. Esperaba pasar más tiempo con su familia, pero la emergencia los volvió a separar. Ve a sus hijos a vario metros de distancia. “Temo llevar el virus a casa, mis hijos ya saben que tenemos que saludarnos desde lejos” comenta.
Miguel Andrés Chávez Menéndez es Teniente de la PNP, tiene 31 años y presta servicio en la División de Operaciones Especiales. Su división ha sido clave combatiendo el terrorismo. Esta vez patrulla las calles de San Juan de Lurigancho. “Vigilamos la zonas altas del distrito. Vamos por donde no llega el automóvil y con megáfono en mano enseñamos a la gente que no dejen de usar la mascarilla”, comenta. Patrulla las zonas más alejadas del distrito, donde no llega un medio de transporte. La misión es asistir en los asentamientos humanos a personas de bajos recursos y llevar un mensaje de confianza que se encuentran protegidos.
“Cuando llegamos a las zonas alejadas la gente nos ha recibido entre aplausos y es cuando sentimos la satisfacción de la labor cumplida. No vamos a parar de hacerlo” señala el Teniente Chávez.
Sin embargo, no hay noche que no piense en su hija. Hace tres meses decidió vivir separado de su familia por servir a la sociedad. “Es doloroso vivir así pero por encima de todo está el deber. Hay noches que uno se entristece cuando por teléfono escucho el llanto de mi hija pidiendo que vaya a casa”, dice.
Al final, los y las policías son también unos peruanos camiseta que nos deja esta pandemia. Ellos hacen su trabajo, al igual que muchos otros compatriotas que se encuentran combatiendo esta enfermedad en la primera línea, y solo piden el apoyo de ciudadanos y ciudadanas para mantener el orden en las calles.
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