Una hidrocefalia de niño lo condenó a la discapacidad, pero él nunca se dejó vencer. Chiclayano de 35 años, cada vez que intentan discriminarlo, se motiva. “No me permito rendirme”, le dijo a RPP. Aquí su increíble historia.
Hay a quienes les cuesta salir a correr dos vueltas al parque. Otros se niegan a levantarse de la cama y dar un par de pasos para abrir la puerta y ponerse a trotar. No es el caso de Rogger Flores Tessen, quien, a pesar de usar muletas, se atreve a correr maratones como la última que disputó el 19 de mayo, en Lima. Muchas horas después de que el resto cruzara la meta y cuando la infraestructura de la carrera se desmontaba, apareció un chiclayano de 35 años para cruzar la última línea, en medio de un aplauso conmovedor.
Cuarenta y dos mil metros recorridos con muletas en 7 horas y media, a paso lento y balanceado, con los hombros agotados, la mirada fija al frente y una mentalidad de roble. La discapacidad de Rogger, que la tiene a raíz de una hidrocefalia que lo atacó de pequeño, lo sometió a 17 operaciones y le dañó la columna, nunca pudo contradecir su fuerza de voluntad.
“Hay muchas personas que no tienen discapacidad física. Sin embargo, la tienen en la mente, pues no son capaces de asumir retos, ni de afrontar sacrificios. Y la vida está llena de eso”, afirmó a RPP en su natal Chiclayo.
Rogger es un hombre increíble. Verlo competir en una maratón es, apenas, una parte de sus acciones extraordinarias: practica box, artes marciales, hace pesas, es tecladista, dicta clases de música y toca en orquestas, es bachiller en Contabilidad, estudia una maestría en Gestión Pública… Todo con muletas o a veces sin ellas, pues, con esfuerzo, puede mantenerse de pie por sí mismo, aunque no es lo ideal. Y hace más… “Monto caballo y pronto estaré iniciándome en la natación. Mi mente debe estar ocupada. Tengo mucha energía, no puedo parar”, señaló.
¿Las muletas son un adorno? No lo son. Solo que él, con todo lo que hace, genera la imagen de que las benditas muletas no le hacen falta. Muestra de su grandeza. A Rogger, los médicos le dijeron que solo viviría hasta los 30 años y aquí lo tienen. Sus recuerdos son duros: pasó su infancia en hospitales, debido a la hidrocefalia. “Recuerdo a mi madre junto a mí, rezando, siempre, para que mis intervenciones salgan bien”, contó.
Poco antes de ser mayor de edad y mientras seguía siendo perseguido por las limitaciones físicas, perdió a su madre y hermana, en un accidente de tránsito, mientras ambas viajaban a Lima. “Mi primera carrera en el año 2013 se la dediqué a mis dos ángeles que desde el cielo me cuidan: mi mamá Guadalupe y mi hermana Diana. En mi mente siempre tengo las palabras ‘¡Corre, Roger; corre, Roger!”, recordó.
Frase similar a la de “corre, Forest; corre” de la película Forrest Gump, favorita de Rogger e historia que lo inspira. Hoy vive con su padre, Gerardo, suficiente motivación para participar en cuanta carrera se le presente. Ha llegado a metas de 8, 10, 12 y 21 kilómetros. La última, de 42, ha sido su récord desde que debutó en estos certámenes, en 2013. “Para mí, lo importante es llegar a la meta. Siempre termino la carrera que empiezo. Llevo recorriendo unos 200 kilómetros a puro corazón”, dijo.
El año pasado, en un evento en Pacasmayo (La Libertad), le exigieron que pague por la inscripción, a pesar de que la Ley para personas con discapacidad establece que sea de forma gratuita. Le dijeron, incluso, que si quería participar, lo haría en condición de ‘libre’, con lo cual, no tendría derecho a medalla ni rehidratación. Sin embargo, hubo personas que protestaron con él y, finalmente, fue admitido en la competencia y hasta le dieron una medalla. “No fue un acto de discriminación, sino de motivación”, resumió.
De hecho, en su vida, dualidad entre obstáculos y superación, gana esto último. Por él y su poderosa fuerza de voluntad. Rogger recién caminó a los 8 años, cuando pudo dejar los soportes. “Siempre doy lo mejor de mí, doy más de lo que me piden. No me permito rendirme, por eso siempre llego a la meta”, afirmó.
Si una persona sin discapacidad suele recorrer un kilómetro en aproximadamente cinco minutos, Rogger lo hace en el doble de tiempo. Algún día le gustaría representar al Perú en una competencia internacional. Aunque, en paralelo, se empeña en transmitir el mensaje de que las personas con discapacidad pueden hacer esfuerzos físicos al igual que una sin limitaciones.
Hay quienes se aburren de caminar. O se niegan. Un taxi los seduce. O la inacción, la quietud. A Rogger, no. Rogger vive para dar pasos y no importa si los da despacio, con unas muletas de intermediarias. Lo que importa es continuar, avanzar, llegar y seguir creyendo que la vida es tan hermosa como para no rendirse.
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